Tatuaje 59

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Por más que se tapaba la boca con sus manos Mingyue no podía dejar de soltar gemidos ante las placenteras sensaciones que recorría su cuerpo.

-Yenhuo- gimió agudamente enterrando sus dedos en la cabellera que se perdía entre sus muslos

El lobo no se había detenido y después de empezar con su cuello dejó un rastro de besos por encima de sus pezones hasta dejarlos rojos e hinchados y prosiguió en dirección a su abdomen. Donde jugo con su ombligo. Incluso gritó cuando los labios de este rodearon su erección y le dio un masaje con su lengua áspera de arriba a abajo.

Mingyue pensó que se desvanecería en ese momento, pero grande fue su impresión cuando la lengua del lobo junto a uno de sus grandes dedos comenzado a hurgar en su ano que palpitaba por ser llenado. Llamando al lobo a satisfacerlo.

-Déjame saborearte- le había dicho el lobo antes de volver a sumergir su lengua en su interior. Lamiendo las sensibles paredes y haciendo que la espalda de Mingyue se despegara del suelo, contorsionándose.

Había un rastro de lágrimas en sus ojos después que el primer orgasmo lo asalto y gritó. Sus piernas temblaba y su estómago se sintió húmedo con su propio semen. Su rostro rojo de la vergüenza y la estimulación a partes iguales.

Cayó jadeando, apenas pudiendo enfocar al lobo que se alzaba para pasar la lengua sobre parte de su abdomen lamiendo el semen que estaba ahí. En otro momento se hubiera avergonzado a morir por aquello, aunque no creía hacerlo aún más, pero esta vez solo esa imagen lo hizo excitarse aún más.

A pesar del tiempo que habían pasado separados el enlace entre ellos seguía fuerte y Yenhuo pudo sentir la excitación de su cachorro. No, ya no era un cachorro. Mingyue había madurado y se hizo más fuerte. Pudiendo vivir por su cuenta aunque el dinero no le faltaba dado que le había dejado una casa inmensa y dinero. Aun así se sintió orgulloso y se dio cuenta de lo estúpido que había sido.

Pero había pensado todo este tiempo que habían estado juntos. Ayue no era alguien para solo tener sexo. Era su pareja, su compañero, su otra mitad y la persona que estaría a su lado por muchos, muchos años.

Y que ahora estaba caliente por él.

Se relamió los labios y se irguió buscando los de Mingyue acomodando su cadera entre las piernas del menor. El chico sabía que venía por los que abrió más sus muslos para acomodar mejor la cadera dura y la erección grande y caliente que se froto contra la suya. Jadeó en la boca de Yenhuo apenas sin libertad. La lengua del lobo se movía en su interior y jugaba con la de él de forma que lo estaba volviendo loco. Completamente loco.

Y aun así no era suficiente. Mingyue necesitaba más, mucho más. Su estómago ardía y su cadera no dejaba de moverse buscando una mejor fricción. Estaba completamente caliente y ansioso por que la tortura terminara. Fue entonces que realmente había estado ansioso todos esos años.

Si había estado molesto con el lobo pero eso no podía opacar que realmente lo quería y en ese momento lo deseaba. Y Yenhuo pareció darse cuenta.

-¿Puedo?- le preguntó besando la mejilla de Ayue, suave- Realmente quiero sentirte-

Su voz era grave y a pesar de que su espalda estaba empapada por la tensión de tener que contenerse, se mantuvo pasivo. Aun cuando todos sus instintos le dictaban que se enterrara en el delicioso calor que le proporcionaría la entrada húmeda y estrecha del chico y se corriera lo más profundo que quisiera buscando tanto su alivio como el de su cachorro.  Más no lo hizo, esperando a que fuera Mingyue el que le diera el permiso para tocarlo.

Después de todo lo que había pasado tenía miedo que por sus propias acciones lo volviera a perder. Ya lo había rechazado una vez y realmente dolía.
Mingyue notó que el lobo se quedaba quieto y agarró sus mejillas entre sus manos.

Tatuaje malditoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora