Tatuaje 64/maratón 4

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Mingyue se revisaba su mejilla en el espejo. No se veía mal.

A diferencia de antes que tenía que usar maquillaje y que Tao peinara estratégicamente su cabello para que no se viera, ahora no tendría que utilizar esos métodos. Gracias a Yenhuo la cicatriz era apenas visible, una coloración diferente en su piel, pero no quedaba rastro de lo que estaba anteriormente y eso era bueno, muy bueno.

La sonrisa en su rostro no desaparecía. Ahora podía ir por la calle como un humano común sin aquel miedo de que pudieran reconocerlo como el mapa. Aunque tenía que reconocer que todo estaba más tranquilo últimamente. Al parecer Yino solo estaba interesado en que su hermano fuera quien lo encontrara y como que este último no estaba muy interesado.

Salió de la habitación. Se había despertado solo, Yenhuo solo le había dejado una nota de que iba a salir y por la tranquilidad de la casa se imaginó que con sus dos hermanos.

-Buenos días Tao- entró a la cocina donde este se movía de un lado a otro tarareando. Tenía que reconocer que desde que los dos hermanos eran sus parejas, aunque no lo hubieran mordido este tenía mejor humor, a pesar de que andaba peleándoles todo el tiempo.

-Buenos días cachorro- este le dijo por encima del hombro revolviendo dentro de una olla.

-Sabes donde fue Yenhuo. Sentí cuando me besó cuando se fue, pero nada más-

-Ah, si él salió junto con los locos de sus hermanos. Creo que iban a comprar algo, pero no sé qué, no entraron en detalles- alzó los hombros con despreocupación.

-En ese caso yo también saldré. Tengo que entregar un libro y dado que me tomé más de dos días de descanso estoy un poco atrasado- sonrió levemente.

Tao dejó el cucharón a un lado y se giró hacia él.

-Quien pensaría que aquel cachorro mojado y tembloroso que recogimos aquel día se convertiría en uno de los más cotizados de toda la ciudad-

Las mejillas de Mingyue se colorearon de rojo.

-No digas eso delante de Yenhuo. Sabes cómo es él- bajó la cabeza, avergonzado y dio media vuelta- No me demoro mucho, quizás me encuentre con ellos en el camino-

-Intenta usar su enlace, puede funcionar-

-Gracias-

-¿Y no vas a desayunar?- pero demasiado tarde ya Mingyue se había ido corriendo.

Siempre era muy responsable con su trabajo y solía entregarlos a tiempo. Tao se sentía orgulloso de como aquel cachorrito se había convertido en todo un hombre. Sonrió y siguió cocinando.

Mingyue se escabulló entre la gente en la calle. Ese día había mucha multitud. La feria estaba abierta pero no tenía muchas ganas de pasar a ver que vendían. Primero tenía que enfocarse en su trabajo y en el libro que había comenzado en escribir. Estaba muy emocionado con este.

Entró en la librería y como siempre fue bien recibido por el dueño de esta que quedó maravillado con su trabajo y no le importó el día de atraso, más bien le pagó algunas monedas más por este. Esa era la mejor parte de su labor. La sonrisa de las personas que tomaban sus escritos.

Complacido salió de allí y entonces se dignó en buscar a Yenhuo. Lo sentía cerca, así que cerró los ojos y se centró. Pronto el escándalo a su alrededor se esfumó y solo se centró en su enlace. No sabía controlarlo y menos usarlo, pero intentó, no perdería nada. Una leve fuerza lo hizo caminar y abrió los ojos comenzando a caminar por la calle guiado por su instinto.

Avanzó dos cuadras y aunque aún no se topaba con los hermanos los sentía cerca hasta que su brazo fue agarrado por detrás. Se paralizó y su cuerpo se estremeció de pronto. Un calor cegador invadió su hombro, específicamente donde descansaba la vieja mordida que no era de Yenhuo y los ojos de Mingyue se dilataron.

-Hola cachorro, nos volvemos a ver-

Y aunque Mingyue intentó alejarse su cuerpo no le respondió y fue arrastrado hasta que la oscuridad lo invadió. No de nuevo.

Yenhuo, Yenhuo, YENHUO.

El lobo alzó la cabeza.

-¿Hermano que ocurre?- Xixi a su lado cargaba algunas bolsas de lo que habían comprado, cuando este se detuvo de golpe.

-Mingyue- fue lo único que pudo decir Yenhuo antes de salir corriendo dejando a sus dos hermanos detrás preocupados.

Corrió en dirección a su casa y abrió la puerta asustando a Tao que cargaba una cesta de ropa. Esta terminó en el suelo.

-¿Señor Yenhuo, qué ocurre?- le preguntó alarmándose al notar el estado del lobo.

-¿Dónde está Mingyue?- gruñó.

Tao tragó y retrocedió.

-Él fue a entregar un libro y lo iba a buscar después-

La respiración de Yenhuo se detuvo. Lo que había sentido a través de su enlace había sido la voz de Mingyue pero plagada en pánico. Respiró profundo para calmar su respiración. Acaso... Cerró sus ojos y enfocó todos sus sentidos. Debía encontrar a su pareja fuera como fuera.

Un, dos tres segundos pasaron cuando lo sintió. Temblando, con miedo, pero no estaba llorando a pesar de su estado. Mingyue. Tragó en seco ¿dónde estaba? Y fue cuando lo sintió, más bien, lo vio a través de los ojos de su pareja.

Allí estaba él, su hermano y este le sonreía.

-Así que ya sabes que me llevé a tu cachorro Yenhuo- le dijo como sabiendo que lo veía a través de su enlace- Pues te aconsejo que vengas pronto. O recogerás solo huesos violados- se burló dejando a la vista su mano con garras y sus colmillos afilados.

Yenhuo abrió los ojos de golpe y gruñó tan fuerte que sus hermanos que acababan de llegar cayeron de rodillas. Solo pudieron ver a su hermano transformarse en un enorme animal de pelaje oscuro desgarrando su ropa y salir corriendo. Y sabían a donde se dirigían. Porque ellos habían descubierto donde se encontraba el escondite de Yino hacía años atrás y este estaba mucho más cercano de lo que ellos se imaginaban.

Tatuaje malditoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora