soy un caballo.

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Tu, niña,también piensas.

Pero piensas deprisa.

También te mueves muy deprisa y, al hacerlo, me asustas.

A los caballos, todo lo que se mueve deprisa nos asusta.

Tenemos miedo del mordisco, del lanzazo, de la flecha.

Me gustaría poder hablar contigo,

Lo intenyo todos los días, aunque no pueda.

O en realidad si, hablo.

Hablo con mi cuerpo, con mis gestos, con mis olores.

Tú crees que cuando hablas yo te entiendo.

Solo un poco.

Tus palabras me tranquilizan, pero no se lo que dicen.

Comprendo mejor tus gestos y tus olores.

Ese es mi lenguaje.