Capítulo 1: Adriel y Leonardo.

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Unosmeses antes

Adriel despertó.

Se quedó un rato viendo al techo de su cuarto escuchando la alarma que sonaba por su teléfono celular:

...i cry
When angels deserve to die...*

No necesitó estirarse hacia la mesita de noche para apagar la alarma. Esperó a que la canción terminara y tomó el celular, la pantalla (con fondo de una fotografía de Leonardo, Rebecca y él) mostraba:

5:00am

Adriel sonrió. Levantarse a las 5 era parte de su rutina diaria.

Ahora aponerse algo de ropa.

Miró hacia su closet y busco la ropa que se pondría ese día. Estuvo unos segundos tirando ropa al suelo hasta que encontró una camisa que le llamó la atención: era una camiseta negra por completo; exceptuando la parte del torso y el pecho, ahí estaba serigrafíado un sol de color naranja en los rayos y amarillo al centro, en el centro amarillo había unos ojos, nariz y boca pintados en relieve con tinta negra.

Adriel sonrió.

-Praise the sun**- susurró mientras se ponía algo de colonia antes de ponerse la camisa junto con unos jeans de color azul oscuro. Se acercó al espejo de su closet y miró a su interior. Unos ojos de color negro como la noche le devolvieron la mirada. Adriel siguió mirándose a los ojos buscando donde terminaba el iris y empezaba la pupila hasta que se dio por vencido. Solo podía ver eso en un día soleado. Siguió mirándose en el espejo (evitando sus ojos negros) fijándose en otros aspectos de su físico (costumbre que había adquirido de Rebecca y una de las cuales se avergonzaba).

Había engordado un poco.

Hacia mucho que no salía a correr con Leonardo a hacer parkour y eso lo molestaba, ya que, aparte de que lo hacía engordar al estar tanto tiempo sin hacer trabajo físico, también le molestaba no poder practicar nuevos movimientos al trepar o correr. Después de un rato volvió a mirar su rostro.

Un chico de 16 le devolvió una mirada negra y le sonrió. Era una dentadura blanca que contrastaba con su tez tostada por el sol. "Tienes una mancha blanca en el rostro". Le había dicho Rebecca un día. Adriel no se había enojado ante ese comentario, de hecho le había hecho gracia y había terminado riendo con ella.

Adriel se alejó del espejo y buscó sus botas militares bajo la cama. Tanteó el suelo durante unos momentos y al final logró atrapar un cabete de la bota del cual tiró hacia él para sacar la bota de debajo de la cama. Estaban un poco manchadas de polvo, así que Adriel sacó una caja de su mesita de noche y de ella sacó un trapo que comenzó a pasar por la superficie de cuero de las botas. Esa actividad, al igual que muchas cosas que hacía durante su día a día, lo llenaba de aburrimiento, pues era repetición y repetición y eso a Adriel no le gustaba. Repetir una misma acción muchas veces le resultaba cansino y aburrido. Quizá era por eso que le gustaba tanto hacer parkour (o, como su madre lo llamaba, una buena forma de romperte la cabeza), ya que en el parkour no era solo aprender un mismo salto o movimiento. No. Tu tenías que improvisar el siguiente salto o movimiento para no terminar con algún hueso roto o algo peor. Para su buena suerte, la limpieza de sus botas no duró más que unos tres minutos y al fin pudo ponerselas.

Adriel volvió a mirarse al espejo, tez morena, sonrisa blanca, ojos y pelo negros como el carbón (el pelo, por cierto, peinado al puro estilo "ese-corte-te-queda-bien" que Rebecca le había hecho como una tarea para su escuela de belleza y que en realidad le había llenado la cabeza de cera para terminar dejandoselo peinado un poco más a la izquierda) y expresión seria (aún cuando sonreía) era todo lo que conformaba su rostro. Quizá no fuera apuesto (o al menos eso creía él: muchas veces Leonardo  y Rebecca le habían señalado una o dos chicas que se le quedaban viendo cuando salían juntos) pero al menos no era un chico inepto que esperaba que todo el mundo estuviera a su disposición, como muchos chicos ricos que había conocido a lo largo de su vida y que creyeron que Adriel se dejaría doblegar ante ellos solo por no tener dinero.

Nagut' TukuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora