Arlet's (Eren y tu)

•Capítulo 2: Entrenamiento•

Narra Floch

—¡Hoy les tocará formar parejas de dos para su entrenamiento! —ordenó el entrenador Shadis escupiendo su saliva en nuestras caras como de costumbre

Ahora tendré que restregarme la cara con lejía y jabón. Genial.

—Van a ser mujer y hombre, sin excepciones o quejas. —se adelantó antes de que hubieran protestas— ¡Les doy veinte segundos! ¡Y más les vale apurarse, escorias! —agregó frunciendo más su entrecejo

Si sigue así se verá más viejo.

—¡AHORA! ¡¿QUÉ ESTÁN ESPERANDO?!

Todos nos tensamos al oír su grito e inmediatamente nos dispersamos para encontrar pareja.

Apenas me volteé y me di cuenta de que estaba solo.

¡¿En serio todos ya tenían un compañero?! Agh, seré la burla del viejo.

—Este... H-hola.

—¿Eh? —miré hacia abajo y me encontré con una chica de ojos azules como el cielo y mejillas levemente ruborizadas

—Yo... Aún no he encontrado pareja y... —parecía nerviosa y por sus palabras, supuse qué es lo que quería decirme

—Por mí está bien, seamos compañeros de entrenamiento. —le sonreí para calmarla

—¡S-sí, gracias! Soy Tn Arlet. —extendió su mano con una sonrisa amable

—Floch Forster. —respondí estrechando mi mano con la suya

—¡Este no es un lugar para hacer de amiguitos, después no quiero lloriqueos sino logran sobrevivir hasta el final! —exclamó Shadis

¿Acaso está diciendo que hay posibilidades de que no podamos sobrevivir al entrenamiento? ¿Tan arriesgado y malo es esto?

—¡Muevan ese asqueroso trasero y vengan acá formando una línea recta!

—¡Sí! —contestamos haciendo el saludo militar

—Bien, hoy entrenarán ese debilucho y escuálido cuerpo que poseen. —nos miró con indiferencia.

Tch, como si fuera el hombre más fuerte de la humanidad.

—Esta será una práctica de resistencia y fuerza.

Qué milagro que ya no grites, viejo gruñón, pero ¿ahora qué entrenamiento nos darás? Meh, seguro es trepar árboles o correr por las montañas, típico de viejos anticuados.

Nadie esperaba que tendríamos que utilizar a nuestra pareja entrenar.

—Ya puedes subirte. —avisó Tn

Volteé a mirarla y vi que se agachó un poco, dándome su espalda.

Suspiré y me subí en ella rodeando su cuello para sostenerme y no caer de trasero al suelo, cuidando de no llegar a lastimarla con mi agarre. Pues al parecer ella no se atrevía a tomarme de las piernas para sujetarme, pero lo malo era que así solo recibiría más mi peso, ya que prácticamente me estoy colgando de ella desde su espalda.