"Está muerto"
Dos palabras que resonaron en la mente de Eiji Okumura durante tres días, donde no pudo hablar o siquiera moverse luego de llegar a su habitación y encerrarse para después tirarse en la cama. Ibe intentó llamarlo, Max quien había viajado desde Estados Unidos personalmente para llevar las noticias lo detuvo, sabía que necesitaba un tiempo, sabía que debía asimilarlo, él mismo estaba pasando por ello, después de todo su hijo acababa de morir.
En aquellas cuatro paredes que resguardaban al japonés que acostado hecho bolita observaba las cortinas de su habitación sin expresión alguna, estaba tan quieto cuál estatua y su respiración apenas y podía percibirse, conseguía dormir unos minutos por la noche antes de despertar aturdido por lo que escuchó días después de abordar el avión que lo llevó de nuevo a casa.
Ni una lágrima salía de sus ojos, su mirada no estaba cristalizada, todo su ser parecía haberse perdido por completo.
Después del tercer día el dolor finalmente se manifestó, sus labios resecos le rogaban agua y por instinto utilizó su rosada lengua para humedecerlos un poco sin imaginar que su mente le presentaría aquel bonito y divertido momento en el que le dieron su primer beso, cuando una mano blanca y suave tomó su cabeza y lo atrajo hasta los labios de aquel chico de 17 años que lo besó sin avisar, donde pudo encontrarse con el olor que más amaría percibir, esa fragancia que era incapaz de compararla con otra. Sus ojos comenzaron a humedecerse, sus labios recordaban perfectamente la sensación de unirse de esa forma tan repentina y dulce.
Su posición fetal en la cama se comprimía cada vez más y era incapaz de cerrar sus ojos, un parpadeo bastaba para encontrarse con la imagen tan clara de ese joven.
Dicen que un duelo presenta tres etapas antes de caer en la fase de depresión. Eiji cayó al fondo de esta nada más enterarse.
Fuera del cuarto, Max estaba solo dando vueltas por toda la casa sin hacer el más mínimo ruido. Su cuerpo vagaba por el lugar, pero su mente estaba apagada. Ibe le había pedido que se quedara por si Eiji necesitaba algo, después de todo el joven no había vuelto a su casa, el plan era que pasara las primeras dos semanas de su regreso en la casa de Ibe para revisar sus fotos sin saber que aquel último día recibirían la visita del estadounidense.
—¿Estás bien Max? —le preguntó Ibe preocupado al ver que se había cortado por accidente con un cuchillo al intentar partir una naranja en la cocina.
—Lo lamento Ibe —se disculpó decaído y tomó un pedazo de papel para limpiar la sangre.
—No te disculpes por favor. ¿Seguro que te encuentras bien?
El rubio se mantuvo en silencio, Ibe lo entendió, de solo imaginar el cómo se sentiría si algo le pasara a Eiji su pecho se comprimía. Max podría no tener lazos de sangre con aquel joven, pero nadie podría negar que era su padre. Ibe llevó a Max hasta el comedor tomando el botiquín para atender la herida que no dejaba de sangrar.
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Un Momento Más [Ash & Eiji] (One Shot)
Fiksi PenggemarSi tan solo alguien le hubiese dicho que sería la última vez que lo vería, si hubiese escapado en su silla de ruedas u obligado a Sing a que lo llevase con él, quizá rogarle a Ibe que no se fueran. Si tan solo... No importa en cuántas alternativas...