Capítulo IV

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Nuevas llegadas

Durante los siguientes meses estuve ayudando a Ross con su problema de adicción. Al principio estaba terco cual mula pero, después de varías insistencias mías, logré convencerlo.

Di todo mi esfuerzo para que él no se sintiera solo, que se sintiera acompañado y que tuviera a alguien que lo apoyara porque hasta ahora era la única que sabía de su adicción.

Tuvo un buen progreso, ya no consumía con tanta frecuencia pero sus cambios de actitud a veces no lo ayudaban.

Había días en los que me quedaba con él y lo único que hacia era abrazarlo lo más que podía mientras le hablaba para distraerlo y así era hasta que se dormía. Por alguna razón eso lo calmaba bastante.

Hoy me contó que Will se había enterado y eso fue porque el muy listo dejo una de sus bolsitas sobre la mesa. Voy a tener que hablar de nuevo con él.

A pesar de que debería de retarlo por todavía tener esas cosas, descubrí que la mejor manera de hacer que entienda era hablarlo con calma porque de lo contrario solo termina por enojarse y querer tirar todo por la borda.

De camino al piso de Ross pasé por una tiendita a comprar unos paquetes de gomitas, como ví que le habían gustado las que llevé para la maratón cada vez que puedo le regalo un paquetito.

Naya fue la que me recibió en la puerta al llegar pero esta vez estaba bastante sonriente, algo bastante raro tomando en cuenta que no soy su persona favorita.

-Sue está en la cocina -dijo casi chillando y se fue al sillón con la vista en su teléfono como si estuviera esperando algo.

Como era de esperarse Sue estaba comiendo su típico helado, a veces me cuestionaba si comía otra cosa pero era mejor no decirle nada.

-Susie -le sonreí aunque ella me miro sería.

-¿Qué traes en la bolsa?

-Primero que nada saludame mensa.

-Hooola -sonrió forzadamente - ahora si ¿Que hay en la bolsa? -volvió a ponerse sería.

-Son unas gomitas ácidas y antes de que digas algo nop, no te voy a dar.

-Bue al final ni quería -se hacía la ofendida - quedate con tus gomitas horribles, mi helado es más rico.

-Conmigo ya no funciona tu psicología inversa y dramatismo, así que no lo intentes.

-Bieen -rodó los ojos -¿Y para que las trajiste si no vas a compartir?

-Son para Ross, hace rato no le traía algunas y justo cuando venia me acordé.

-Uhh así que Ross -me dio un codazo mientras se aguantaba la risa.

-Hey no es lo que tu piensas, somos amigos y que le traiga gomitas no significa nada.

Ya quisieras que fueran algo más, a mi no me engañas picarona.

usted cállese mejor.

-Entonces ¿Dormir abrazados también es de amigos? -me miro levantando una ceja.

-Para mi si -dije jugando distraidamente con mi pulsera.

-Ajá mientes -sonrió -¿Crees que no me doy cuenta q cuando estas nerviosa o mientes juegas con tu pulsera?

-Ahora entiendo porqué te va tan bien en psicología.

-Gracias, es uno de los tantos dones que tengo -ya saco su egocentrismo a la superficie -no me cambies el tema señorita, habla.

Mi querido Jack...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora