Este hombre logra ponerme la piel de gallina. Además de que por su culpa mi mente logra atontarse.
Logró llegar hasta la entrada sin tambalearse, pero su actitud y olor delataban su estado.
—Espera aquí. —Dije y di media vuelta.
Sentí presión en mi brazo, tiró con firmeza y suavidad de de mi, girándome hacia él.—¿A dónde vas?
—Voy a pedir el auto. No me voy a ir.
— Quédate conmigo.
—Ah... —Me pegó contra su pecho y acarició mi cabeza. El olor y calor de su cuerpo pudieron conmigo, se siente cómodo pero el lugar me inquieta. Horacio pasó ambas manos por mi cabello hasta mis hombros—. Oye. Espera... Ah.
Lo empujé tratando de separarme de él. Ni siquiera logré que retrocediera. Me zafe de sus brazos.
—Espera aquí. Voy por el auto —Giré y caminé hasta salir. Sentía mi corazón a punto de salir por mi garganta. El fuerte viento calmaba todo mi cuerpo y aliviaba el calor de mi rostro.
Me acerqué al personal y pedí mi automóvil.Volví adentro y tomé a mi hermano de la mano.
—Ven, ya nos vamos.
Caminé tratando de que no viera mi rostro y salí con él.
—¿A dónde vamos?
—A casa. —Contesté seria.
—¿Por qué?
—Porque sí, ahora cállate. —Sonreí un poco después de decirlo.
Apretó mi mano y se paró justo a mi lado.
No puedo negar que siempre me agradó el que él estuviera cerca mío, aún más en público, pero ahora, se siente diferente, más... Cálido.El auto apareció y sin soltar a Horacio me dirigí a este. Mi hermano soltó mi mano y pasó del otro lado del auto.
—¡Ey! Tú no puedes conducir.
—No planeó hacerlo. —Dijo con esfuerzo.
Abrió la puerta y me hizo un gesto para entrar.—Oh, claro, ya entendí —Pasé por su lado y subí sin más—. Gracias.
Me sonrió y cerró la puerta enseguida, entró por el otro lado.—Vámonos.
—El cinturón —Murmuré divertida.
—Hum, nunca pierdes la oportunidad. —Contestó con media sonrisa. Reí a su respuesta y encendí el auto.
La trayectoria del viaje iba tranquila, Horacio, está tranquilo y cabecea. Me da risa verlo así, ojalá pudiera grabarlo.
—Oye. —Susurró.
—¿Hmm?
—Vamos... Vamos a otro...
—¿Qué?
—Tú y yo... Vámonos.
—¿Tú y yo? ¿A dónde? —Pregunté y le di una vista rápida.
—Mmmm.
—¿A dónde vamos?
—Para el auto.
—¿Qué?
—¡Para el auto! —Exigió acompañado de unos ruidos raros.
—¡Mierda! —Me orillé en zona permitida y Horacio bajó de prisa. Bajé detrás de él y me acerque—. ¿Qué pasa?
Horacio caminó hasta unas bardas y se inclinó sosteniéndose de estas.
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De Hermosa Prohibición - Mi Amor Prohibido
Romance¡Advertencia! Está historia contiene incesto. Es difícil el amor, todo, desde el principio, muy complicado y extenso, incluso hay quienes dicen que no podemos llegar a comprenderlo del todo. Lo único que podría decir de él es que incluso el más inoc...