❝Apreciemos los rayos de Sol y la luz de la Luna, tampoco dudemos en alzar nuestras manos para tocar las nubes, las estrellas o la bruma❞.
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☞Género principal: Romance
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"Hay múltiples razones para llorar, pero debemos buscar una de las muchas razones para reír".
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Era una mañana de Domingo ligeramente sombría, y un hecho algo raro, era que cierta jovencita en particular se notaba algo apagada. Se trataba de Yūki Yoshimura, compañera de Nagisa y Rei, además una de las mejores estudiantes de su curso.
La fémina estaba en cama, desganada, en uno de los días en donde apenas tenía motivación y fuerza suficiente para levantarse de la cama.
De forma súbita, sonaron un par de golpes contra la puerta de madera de la modesta casa. Y así, la señora Yoshimura abrió la puerta.
—¡Buenos días! ¿Está Yūki-chan? —Habló Nagisa, con tono amable.
—Buenos días, Nagisa-chan. Sí, está en su habitación —informó la mayor con calidez, mientras daba paso al de cabellos rubios—. ¿Sucedió algo? —Inquirió, curiosa, pues no sabía si algún maestro se habría quejado de la inasistencia de su hija, o si aquella solo era una visita social por parte de su amigo, la cual agradecía aún así.
—No, eh... Yo quería saber su razón para no responder nuestros mensajes desde el Jueves, y por qué faltó ayer —explicó el Hazuki, rascando un poco su nuca debido al nerviosismo—. Estoy, o bueno, estamos preocupados por ella. También que pasado mañana tenemos una prueba, y quería recordárselo. Y-yo... Traje mis apuntes, mire —y así, el varón le mostró a sus cuadernos a la mayor dentro de su bolso.
—Es muy considerado de tu parte —opinó ella, apreciando el genuino interés del chico hacia su hija—. Y para calmar tus nervios, aquí entre nosotros, Nagisa-chan... Yūki no se ha estado sintiendo bien, apenas ha comido y casi no sale de su habitación.
—Oh, ya veo. ¿Cree que pueda intentar hablarle? —Interrogó él, expectante.
—Claro que sí, podría hacerle bien. Te la encargo entonces, pasa con confianza. Si necesitan algo, estaré cerca —aseguró la fémina, ganándose un asentimiento y un: "Sí, señora", de parte del contrario—. Ah, y si puedes, ofrécele comida. No ha desayunado.
—¿Preparó algo ya? —Preguntó el Hazuki.
—No, iba a hablar de nuevo con ella para ver qué le apetece.
—Quizá le gustaría algo... Suave y esponjoso, sería más fácil de comer. Llegó a decirme algo al respecto hace algún tiempo.
—Ya veo... Creo que ya sé lo que prepararé —dijo, después de mostrarse pensativa—. ¿Tú quisieras algo?
