malditos platos.

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── ¡Vaya, bribón! ¡De verdad te atreviste a aparecer!

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── ¡Vaya, bribón! ¡De verdad te atreviste a aparecer!

Bang Chan notó como todos los ojos se enfocaban en él. Su hermana y sus cuatro empleadas; todos los ojos lo miraban. Sonrió un momento como él lo sabía hacer, lanzando su mochila a una de sus empleadas, mientras se despojaba de su casaca de cuero negra, deslizándola por su cansado cuerpo de veintitrés años para luego echar un vistazo a lo que tenía en frente. La casa estaba igual a como la dejó hace tres semanas, lo único que había cambiado era la mesa del comedor, que estaba atiborrada de todos los platos habidos y por haber.

Su sonrisa sinvergüenza se ensanchó, mirando ahora a la que era su hermana.

── No sé, pensé que te quedarías ahí haciendo lo que te gusta.

Mierda. ¿Haciendo lo que te gusta? Bueno, quizás Lia tenía razón.

Cada vez que llegaba de viaje, se iba a cualquier pub cercano y follaba con media ciudad. Sí, claro, era extraño que no se encontrase "haciendo lo que le gusta".

── ¿Por qué? ¿Alguna de tus amigas está libre, hermanita?

── Imbécil.

── Si es que es así, sólo avísame y pásame su dirección. No, no, mejor diles que vengan ellas para acá, pues el que les hará el favor soy yo.

── Cerdo, creo que quieres morir.

Bang Chan reprimió una carcajada, lanzándole el abrigo en el rostro y caminando hacia la mesa vacía para sentarse y engullirse todo lo que sea posible. Si hoy no había sexo, al menos había comida, ¿No? Tomó un plato frente a la incrédula mirada de su hermana y lo llenó de fideos, llevándoselos luego a la boca.

── Bang Chan, que bueno tenerte temprano, ¿Cómo te fue en Boston?

La voz de su padre lo detuvo enseguida. Los fideos tocaron su boca pero esta no los probó. Se levantó enseguida, fingiendo la mejor sonrisa que podía. Su madre también lo miraba con el rostro más serio que había visto en su vida, repleta de esas estupideces alrededor de sus muñecas, orejas y cuello.

── Que bueno que estés interesándote más, sabes que es por tu bien, debes empezar ya a prepararte para hacerte cargo de la empresa. ──Su madre habló de repente elevando la mano a las uniformadas sirvientas──. Sírvenos el vino y llévate algunos platos que estén de más.

¿Hacerse cargo de la empresa? Esa era la mayor bobada que había escuchado en su vida, pero no dijo nada y solo se llevó la comida a la boca, maldiciendo en su mente. En realidad, sólo había accedido a ir a Boston por dos razones. La primera era que podía ventilarse las neuronas y follar con extranjeras, y la segunda era que si no lo hacía su padre iba a amputarle los testículos y desheredarlo. Así como los escuchaban.

Dos de las sirvientas se acercaron rápidamente retirando uno que otro plato en silencio.

── Tráeme un vaso de jugo de naranja con tres cubitos de hielo. ──Lia se cruzó de piernas sin prestar atención a la comida que se encontraba en frente──. Pero rápido, me duele la garganta.

inocencia pasional › chanlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora