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── ¿Vas a salir, nene?

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── ¿Vas a salir, nene?

Chan observó de reojo su reloj, exhalando y rodando los ojos al darse cuenta de la hora. Mierda. Eran las tres y cuarenta minutos de la tarde. Se colocó sus gafas oscuras, mientras encendía un cigarrillo, aunque se detuvo cuando estuvo a punto de llevárselo a los labios, porque la puerta se había abierto y ahora su criado se mostraba ante sus ojos.

Lo recorrió de pies a cabeza, conteniendo una discreta sonrisa.

El menor lucía una camiseta de colores, unos shorts algo gastados y unas sandalias negras; el cabello le caía sobre su frente y el tono lechoso de su piel ahora resaltaba mucho más que antes. Chan se mordió el labio, mientras se preguntaba cómo luciría esa piel con las marcas de sus dientes. Notó cómo Felix desviaba la mirada e intentaba mantener sus manos quietas, mientras sonreía muy avergonzado. Solo le faltaba el bolso y era una tía.

── Lo siento, Chan...

── ¿Por qué? ¿Te vas a echar para atrás? ──el tono divertido de su voz volvió a hacerse presente.

── No tengo más ropa en mi armario, no he traído mucha cuando vine a quedarme.

En realidad, Felix volvía a desear que la tierra se lo tragase de nuevo. Su ropa era muy vergonzosa comparada a la camisa a cuadros oscura, los pantalones rasgados y la casaca de cuero marrón de Chan. Sí, su ropa era demasiado infantil y estaba muy gastada para terminar de hundirlo; seguramente Chan no querría ni caminar a la esquina con alguien como él, porque le iba a avergonzar mucho, ¿debería solo decirle que no podía ir? Sintió cómo su corazón se aceleró cuando elevó la mirada y se encontró con el rostro de Chan teniendo esa media sonrisa de nuevo en su rostro.

── Para mí, estás precioso ──la voz de Chan sonó como un seguro susurro, mientras elevaba una ceja sin quitarle la mirada de encima──. Siempre.

Observó cómo el menor enrojecía de nuevo y se quedaba tieso, ¿acaso no podía reaccionar de otra manera? ¿Era estúpido o tonto? ¿Estaba enfermo todo el tiempo? Soltó una carcajada y se movió hacia su auto deportivo, abriendo la puerta, mientras le señalaba el asiento a su criado, quien tras asentir muchas veces y morderse el labio inferior, se sentó de golpe sobre el asiento. Luego de que él también ingresó al vehículo, se inclinó repentinamente sobre el asiento del menor hasta que su rostro quedó demasiado cerca del suyo, logrando casi sentir su respiración. Notó cómo Felix se sobresaltaba y abría sus ojos como platos y Chan no pudo evitar deslizar la lengua sobre sus labios y esbozar su típica media sonrisa, instalando su mano sobre el lado lateral del asiento.

── El cinturón de seguridad ──indicó con entretenimiento, mordiéndose el labio inferior.

Felix asintió tres veces con la cabeza, colocando una nerviosa sonrisa en su rostro, mientras el otro tomaba el cinturón con su mano izquierda y lo cruzaba sobre su cuerpo.

inocencia pasional › chanlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora