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Hyunjin observa el triangulo que se forma con la televisión y los sillones de la sala. Del punto A en la esquina, al B cerca del sofá, hasta el C en algún lugar imperceptible entre las sombras detrás de la televisión.
Su maestra de matemáticas de secundaria le dijo que no se apegara a las a's, b's y c's, pero Hyunjin no es nadie para hablar sobre hacerle caso a los consejos que te dan. Hyunjin es joven, incluso si no se siente así, y nunca fue bueno en matemáticas, así que solo se sienta y observa.
Está sediento, y se encuentra en la cocina exactamente porque está sediento; pero ahora, con una vista completa de la triste sala, desde donde se sienta en una de las sillas, se siente muy fuera de lugar. Más que 'fuera de lugar' se siente como si hubiera sido arrojado a un juego de feria donde tienes que girar y girar y marearte, y Hyunjin está en ese momento justo donde toda la chatarra consumida de los puestos de comida se expande como un globo, se hunde, y finalmente explota.
Llámale ansiedad, Hyunjin lo apoda "espíritu de medianoche", y ambos se acompañan en las altas horas de la madrugada como almas en pena. Uno se sienta en los barandales de los balcones y otro cae lentamente.
- Hyunjin.
Hyunjin gira la cabeza, desinteresado y somnoliento, y del otro lado de la pared de los pasillos se asoma la mitad de Minho, adormilado y confundido.
Hyunjin le sonríe, quitándose un mechón de la cara y pasándolo detrás de su oreja.
- ¿Qué haces aquí?
Hyunjin se pregunta lo mismo, en un contexto diferente que ninguno de los demás necesita saber. Todos ya tienen sus propios problemas, grupales e individuales, no quiere convertirse en una carga más pesada de lo que se ha sentido en los últimos meses; y si ellos ya saben lo que pasa por su mente, no hablan al respecto.
- Vine por agua.
Se mueve alrededor de la cocina en busca de un vaso, para hacerlo más creíble, pero Minho lo detiene.
- Movimos los vasos la semana pasada, están en el otro-- Minho se olvida del nombre, pero señala la zona con pereza.
El estómago de Hyunjin se hunde, creyéndose de repente un extraño en casa ajena, sin pertenecer.
Los vasos están acomodados de la misma forma, en un lugar diferente.
Minho pasa a su lado, atravesando la cocina para llegar al refrigerador y tomar lo primero que encuentre atractivo como aperitivo de medianoche, aún si, objetivamente, son las dos a.m.
Minho tiene una cara amargada de haberse levantado hace menos de diez minutos, y Hyunjin se ha desacostumbrado a verlo caminar sin camisa, lo que vuelve el silencio entre ellos incómodo. Se ha perdido de tantas cosas, y ahora le queda atrapar las piezas sobrantes y tratar de unirlas para formar algo.
Al final, Minho cierra la puerta sin tomar nada, tal vez un sorbo de la leche desde la caja sin que Hyunjin se diera cuenta. Aún sin nada que hacer en la cocina, Minho se sienta a su lado, acomodando sus brazos cruzados encima la mesa y su cabeza sobre ellos, mirando a Hyunjin.
Hyunjin se ríe del fingido desinterés, acercando su mano para acariciar el cabello de Minho, pero se detiene. Antes de tener la oportunidad de alejar su mano, Minho inclina la cabeza y permite que Hyunjin toque su cabello, la más explícita muestra de afecto que alguna vez haya visto de su parte.
Ambos se sientan en silencio, Hyunjin haciendo nudos inconscientes en las hebras suaves, calmándose lentamente.
Minho gira la cabeza hacia la palma de Hyunjin, unos minutos después, y deja un beso en la parte más cercana a sus labios.
- Bienvenido a casa, Hyunjin.
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