Logan: ¿Estás seguro de esto?
Gael: No, pero hay que hacerlo.
Caminaron hasta la entrada del abandonado establecimiento.
Gael: Además, es de día. ¿Qué nos podría pasar?
Logan: Ni digas eso, aún tengo miedo...
Gael: Eres un miedoso.
Se acercó Gael a una de las mesas para verla más de cerca. Todas estaban polvorientas.
Gael: Sí, definitivamente mataron a alguien aquí.
Logan ya iba a salir corriendo, pero Gael lo alcanzó a sostener del cuello de la playera.
Gael: Ay, ya, era una broma.
Logan: A la mierda eso, yo me largo de aquí.
Gael: No tienes pelotas, por eso te dejó Ana.
Logan: Eso no tiene nada que ver.
Gael: Ella me lo dijo.
Logan: Ya déjame ir.
Gael: Qué miedoso, en serio. Vienes conmigo.
Logan ya no tuvo más opción que seguir a su compañero.
El sonido de los autos de la ciudad se desvaneció poco a poco, pero los chicos ni cuenta se dieron.
Veían todas las mesas del restaurante, polvorientas y con la madera podrida.
Logan: ¿Qué le habrá pasado a la gente de aquí?
Gael: Ni idea. ¿Vamos a ver la cocina? A ver si tienen algo comestible.
Logan: No creo, pero vamos.
Exploraron primero el mostrador, había mucho dinero y lo tomaron todo.
Gael: ¿Te imaginas todo lo que podríamos comprar con esto?
Logan: ¡Sí, sí!
Gael: Conozco un lugar en donde le venden alcohol a los menores de edad. Con esto nos alcanza.
Logan: ¿Y si se entera mi mamá?
Gael: Agh, no seas cobarde. Diviértete.
Logan: Pero me va a regañar.
Gael: Yo me haré responsable, no te preocupes. De todas formas, soy tu mejor amigo, ¿no...?
Logan: Sí..., es cierto. Gracias.
Pasaron a la cocina. Todos los utensilios estaban increíblemente sucios, tenían grasa podrida pegada con insectos, comida mohosa que muy apenas tenía forma, el suelo estaba muy pegajoso y olía terrible, y la luz titilaba por el malfuncionamiento.
Gael: Dios, huele a mierda aquí. Ve a investigar.
Logan: ¿Yo?
Gael: Hazte hombre, ¿o eres marica?
Logan: Déjame en paz.
Gael: ¡Marica, marica, marica!
Logan: Di lo que quieras, no lo haré.
Gael: Hazte a un lado entonces, no sabes hacer nada.
Logan se quedó de pie con su lámpara en ambas manos. Se sentía mal por haberle fallado a su amigo, pero tenía mucho miedo. Él ni siquiera quería entrar.
Gael, mientras tanto, abría las puertas de los muebles de la pared, pero no había absolutamente nada, salvo el congelador.
Gael: Ven, mira qué encontré.
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Retratos De Retratos
Short StoryUna recopilación de historias donde cada episodio tendrá su propio protagonista y con un significado abstracto distinto.