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Los pasillos oscuros de una escuela estaba en sosiego. Ni una pizca de sonido se escuchaba por estos.

[Clac]

[Clac]

[Clac]

Con una vista más acercada e aproximada a las puertas de la escuela, se podía escuchar el crujido de una sola puerta siendo abierta y cerrada por el fuerte viento. Se abría y se cerraba. Estaba oxidada. Solamente estando cerca era que se podía escuchar.

Adentro de la enorme escuela para la primaria estaba sucediendo algo más en el la librería de la escuela. Una niña se escondía dentro de la librería sentada contra las puertas ignorando los papeles arrugados que tiraban contra las puertas. La pequeña niña era muy delgada, con anteojos y un cabello corto hasta sus regorditas mejillas rosadas. Ella solamente se abrazaba a su cuaderno de dibujos con temblores recorriendo todo su cuerpo. Lágrimas rodando por sus mejillas.

Las burlas crueles de los niños al otro lado de la puerta eran fuertes; pero ella decidía no hacer nada al respecto. Ignorarlos era lo mejor.

—¡Eres una rara! ¡¿Dónde está tu circo de raros?!— Gritaba el niño detrás de la puerta junto con sus secuaces matoncitos que no valían nada y seguían creyéndose los reyes del mundo.

—OIGAN.— Una voz femenina los llama. Todos ellos se espantan con un pequeño gritito. La voz provenía de una adulta. —¡Largo de aquí!— Los espanta la adulta con sus tacones anunciando su caminata hacia las puertas. Los niños se fueron corriendo espantados como si hubiesen visto al cuco. Pues este cuco era mujer.

—Me voy al baño por unos segundos y estos malcríados--— Iba diciendo con desdén la mujer hasta abrir las puertas y revelar su joven e hermosa apariencia. Ella era una mujer adulta con el cabello atado a una cola de caballo elegante, camisa blanca de botones con mangas anchas y una refinada falda negra que le llegaba a las rodillas combinando con unos altos tacones blancos.

Al abrir las puertas sus ojos denotaron conmoción pues frente a ella se encontraba una niña colada en la librería. La niña ya se había puesto de pie, pero permanecía a unos pasos de la puerta toda erguida abrazándose al libro con unos mahones e una camisa roja de mangas cortas.

—Siento entrometerme en la librería, srta. Sera. No tenía a dónde ir. No lo volveré a hacer mientras usted no esté--

—Esos niños de afuera — La bibliotecaria camina hacia ella ajuntando sus propias palmas con un fino caminar. —¿te estaban molestando?

La mujer se agacha frente a ella para posar una mano contra uno de sus hombros. Ambas se miran sinceramente a los ojos. La niña pequeña tarda un poco antes de entrar en comodidad y asiente su cabeza de a poco.

—A ver qué dibujas.

—Usted pensará que soy rara.

—Eso no lo sabremos si no los veo.

La mujer dice con una bonita sonrisa de labios sin mostrarse fría como hacen unos minutos. La niña se tarda, viéndola con sus ojitos, sin saber si abrir su pequeña burbuja con ella.

De igual forma le da la libreta tranquilamente. Teniendo en mente que el resultado será el mismo de siempre: ahuyentar a las personas.

Aquella libreta cae en las adultas pero refinadas manos de la mujer. La mujer le regala otra sonrisa de labios por segunda vez antes de mirar la libreta.

La abre y la niña presiona en cerradito sus ojos. No queriendo ver la reacción de la mujer.

Pero hay un silencio.

NO LOS VEMOS • MewGulf ft. Patricia GoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora