Capítulo 2: Chicle de fresa, rollitos de primavera y ojos azules.

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Entramos en la casa, sin coger nuestras maletas ni cajas, sólo para verla. Es preciosa. El salón es amplio, y hay sofás negros de cuero ( de imitación creo, y espero) que me encantan, pero seguramente mamá cambiará. La cocina que se encuentra a la derecha, tiene los muebles negros, también y sobre la encimera blanca, que está en el centro, cuelgan unas ollas y cacerolas de color bronce.

-Mamá, ¿puedo subir a ver la habitación?

-Claro- me dice y sonríe.

Subo las escaleras y veo tres puertas. Decido abrir la del medio. Y acierto,  veo una habitación, pero no precisamente de mi estilo.Ni del estilo de ningún humano que haya conocido. Esta todo pintando de rosa. Cuando digo todo, quiero decir más que eso. Las cuatro paredes rosa claro, la cama fusia con unos cojines de una distintas gamas de rosa y en frente de ella un armario a juego con una colección de cerditos ordenados por tamaño. Desde uno de tamaño de una persona hasta el último que cabía en la palma de mi mano. También hay cuadros. Pero, no para dar color, porque también son rosa y ahí colgados no destacan, sino que dan la sensación de que en medio de una pared puedan surgir goteras.  Miro por la ventana, y al principio pienso que me vuelto loca porque veo el pequeño jardín y las demás casas de ese mismo color, que estoy empezando a odiar. Pero, después me doy cuenta de que las ventanas están tintadas.

-¡Mamá! - gritó -¿Sabes quién vivía aquí?

-No, cariño- me devuelve el grito- ¿Por?

-Pues yo tengo una teoría: Alguien con un hijo autista o algo por el estilo- dijo mientras bajo las escaleras.

-¿Qué dices, hija?- me pregunta como si estuviese delirando.

-Mira la habitación. -digo secamente.

-Hija, puede que no sea de tu estilo,pero...- me dice mientras sube a verla. Abre la puerta y suelta tal carcajada que creo oír a todos los pájaros de la zona salir huyendo ante tal alarido. Sigue riendose durante unos minutos más hasta que no puede sostenerse y se desploma en la cama. Cuando se sienta, me mira y se da cuenta, a la vez que yo por su rostro, que se me ha puesto la mirada de asesina ante su reacción. -Bueno, si quieres puedes dormir en mí habitación, y yo aquí.

-La verdad es que todavía no la he visto -hago una pausa- puede... que sea peor, quizás el hijo o hija estaba loco porque sus padres también lo estaban.

Comenzamos a reírnos, como nunca, o lo que parece desde nunca. Es una sensación que no tenía desde hace bastante tiempo con mi madre. Nos estamos riéndo las dos y es de verdad. Noto que nos estamos descargando, toda la rabia la dejamos irse, por lo menos por un momento.

Abro la habitación de mi madre, pero que en la que voy a dormir yo, con lo que ahora podría considerarse mía.

Ya la cama de matrimonio gana puntos. Siempre he querido una cama de esas para mi sola. Es de seda negra, muy elegantes y las paredes son verdes como el vidrio. Tiene una ventana ( no tintada, gracias) que también da al precisoso jardín que es precioso y veo un columpio viejo. Parece que lleva años sin usarse. Demasiados años. Me acuerdo, de Bajo La Misma Estrella, uno de mis libros favoritos, ya que me pongo triste al verlos y eso me recuerda a Hazel ya que ella sentía la misma sensación.

Abro el armario que está en frente de la cama, y no hay nada. Sólo un gran y enorme espacio para toda mi ropa. Es tan raro ver un armario vacío. Solo, lo he visto dos veces en mi vida: Está, la de ahora, y cuando recogí las cosas de mí casa, mejor dicho, de la mí antigua casa. En la que ahora no vive nadie. Ya que  nosotras estamos aquí, y mi padre no pudo vivir sólo. Allí, no escuchaba ninguna voz, no escuchaba ninguna vida. Solo podía oír un silencio que le susurraba《tu error》. Así que, ahora vive en un apartamento enano. No sé que debo sentir pena o alegría, pero siento ambas. Y me cuesta admitir, que pesa más la pena.

Miro por la ventana de nuevo, y veo que empieza a anochecer. Voy a la habitación, a la que ahora voy a llamar habitación chicle de fresa, pero mi madre no está dentro.

Está en el baño, y aunque la puerta está cerrada sé que está dentro, ya que puedo escucharla llorar. La oigo inspirar e espirar para tranquilizarse así misma. Sé me escapa una lágrima, no puedo soportar que se sienta así. Nadie debería de sentirse por alguien. Lo peor de todo es que no se qué hacer. No sé como consolarla. Me siento tan inútil.

Escucho como empuja del manillar y entonces, hago como si acabará de salir de la habitación.

-Hey, Hola- me dice con una voz relajada, como si no hubiera inundado el lavabo de lágrimas. -Estaba pensando en pedir algo para comer, ¿quieres?

-Sí. ¿Chino?

-Claro.

Estamos sentadas a la mesa comiendo arroz agridulce y rollitos chinos, mi madre de huevo y yo vegetales, bebiendo té helado.

-Mamá, sabes que... - no sé ni como empezar- no tienes que parecer siempre fuerte ¿verdad?- digo como me ha salido.

-Oh, no. Me has oído, ¿a que sí? Mientras estaba en el baño. -dice agachado la cabeza- No quería que lo oyeras, yo lo sien...

-Mamá,  ni se te ocurra decir lo siento. Si quieres llorar, llora - me siento extraña, nunca había hablado a mi madre así.

  -Sí,  eso ya lo sé.  Pero, lo que no quiero  es que lo veas, no quiero  que te afecte.- al pensar que se preocupa tanto por mí me hace sentir incluso culpable.

  -Mamá, se qué tienes que llorar. Lo raro sería  que no llorases.

  -Ya, bueno...Pero, no me gusta que me oigas.

   Cuando terminamos, salgo fuera, con mi botella de té helado y me siento en el bordillo de la acera. A respirar el aire de la noche, fresco.

Sólo llevo dos tragos, y pasa un chico, al que no se le puede ver muy bien, ya que está totalmente oscuro, aunque cuando gira la cabeza se distinguen dos ojos azules que penetran en mí como no lo habían hecho otros. Se queda mirándome hasta hacerme sentir incómoda .

  -¿Qué pasa?- le pregunto medio enfadada medio asustada, gritando con la voz temblorosa. Sus ojos se abren sorprendidos y se va corriendo. Yo me quedo perpleja.

Creo que hay mucho loco en está urbanización. Espero que tenga algún vecino normal, o medio normal por lo menos. Bueno, si sólo hay dos con problemas mentales de momento no está  mal, El Chiflado de la Habitación Chicle de Fresa y El Pirado con la Mirada Azul más Bonita y Pertubadora del Mundo. Dios mío,  no he pensado lo que acabo de pensar. Podría  ser un violador. Vale, un violador no, porque  ha salido huyendo  por mí ridícula  voz, pero sí que parecía querer algo de mí. Nadie mira así  a la gente porque  sí. Intentó no pensar más en ello y decido irme a dormir.

  En la cama, sólo doy vueltas porque no me puedo sacar esa mirada azul  de la cabeza. Parece que me persigue. Solo da vueltas dentro de mí.  Soy estúpida, ahora estoy imaginando si en vez de salir huyendo a mi pregunta de《 ¿qué  pasa?》, se hubiera quedado y respondido un simplemente 《tú》. Un 《tú》tan grave que llenaría  cada rincón del silencio que había y tan profundo como sus ojos. Sus ojos.

Parece desvanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora