XLV. Nota de un caminante (III)

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La astucia de tu pensar,
tu mirada fogosa.
En mí dejas pesar
De no haberte dado más rosas.

Infinitas e intangibles razones más
por las cuál decir
que es probable que vaya a regresar.

Si me pierdo en la vereda
y tus ojos no me hacen el camino dile a mi destino,
que haré mi propia luz.

Si en la enrredadera de quejidos
Oigo el tuyo a mi nombre
Atravesaré los montes
y abriré los ríos.

Si el Sol va senil a su ocaso
Y la Luna joven lo observa
Intentaré salir de esta selva
De inspiración y neblina.

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