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Ser el omega del líder no era una tarea por la cual se decantara. Oficio se reducía a aliviar las tensiones del alfa y fungir como el ejemplo de que éste mantenía un hogar digno, uno que cada miembro de la manada debía seguir. Por supuesto, Namjoon no lo veía de esa manera, no esperaba tal posición de él y distaban de ser el hogar ejemplar. Desconocía alguna otra relación entre alfas dentro de su manada, mucho menos dos alfas y su omega. Pero de cualquier forma se mantenían tales expectativas por fuera.

Taehyung podía vivir en las nubes, pero cierto era que se trataba de un lobo detallista y perceptivo. Cuando muchos creían que su cabeza volaba por los aires, en realidad estaba ensimismado en el panorama que le rodeaba. Analizaba. Y no era difícil percibir las miradas y señalamientos dentro de la aldea, cuando voces masculleaban que ojalá Seokjin fuese un omega, puesto que servía más a la manada que él.

No lo comprendía. Taehyung trabajaba con los cachorros, cuidaba de ellos, y también poseía una buena mano para la siembra. ¿Acaso no eran esas labores típicas de un omega? Pero para nadie era suficiente lo que él hacía. Solía vivir solo con sus abuelos, una pareja ya bastante mayor y sin una labor adecuada. Su madre había muerto en el parto y su padre en combate pocos meses después de su nacimiento, así que nunca fue un lobo de alto rango. Todos le veían como un aprovechado por tener el puesto de Omega Líder.

No era ciego tampoco. En reuniones diplomáticas con otras manadas, podía ver a los omegas de los demás líderes. Seres regios y delicados, elegancia desbordándose con su simple caminar, pieles exóticas colgando y arrastrando un camino vistoso tras su andar. Impávidos, ojos serenos y voces jamás escuchadas. Lucían cuales criaturas etéreas, criadas para ese puesto —en sí, probablemente lo habían sido. Taehyung nunca llegaría a ser tal cosa. Ruidoso, despistado, de opiniones claras y apariencia desaliñada. Así era.

Era fácil saber por qué la manada amaba tanto a Daehan, el omega del hijo menor del anterior Alfa Líder, su cuñado. Era todo lo que un omega importante debía ser. Quizás por eso nadie se fijaba en la forma de su llegada, vistos en un inicio como extraños de providencia cuestionable.

En lugar de quedarse siendo lindo en su cabaña, Taehyung prefería estar en una de las alas de la enfermería, ayudando a Seokjin a organizar las hierbas que utilizaba. Dicha tarea era de Yoongi, pero de vez en cuando el sanador principal decidía ocuparse de los quehaceres más comunes dentro de su labor.

Además de distraerse, podía estar acurrucado al costado del hombre que amaba. No podía pedir más —que Namjoon estuviese allí, sí, pero era difícil y ambos lo sabían.

"... Además siempre es bueno tener un bezoar a la mano. Nunca se sabe cuando los ineptos de esta manada se pueden envenenar con hongos." Adoraba escuchar al alfa distraerse mientras hablaba de sus medicinas. Taehyung no entendía mucho, pero igual lo disfrutaba. "Y esto es para los cachorros. No sé qué fascinación tienen con correr por plantas venenosas y llegar con comezón en todas partes."

"Huh, es verdad... uno de los cachorros que cuido llegó lleno de ronchas después de jugar. Su padre omega quería matarme," suspiró, recordando al pequeño rascando su barriga enrojecida mientras su padre le gritaba por haberlo descuidado. Con un mohín, murmuró, "Fue desagradable."

"No es tu culpa, tonto," Seokjin negó con la cabeza, sellando uno de los frascos entre sus mano mientras se mordía la lengua. "Los cachorros son... así. Aunque cuando tengamos uno no dejaré que salga corriendo como loco."

Sonrisa se vislumbró en la facie del omega, ternura fácil de notar al imaginarse su hogar con hijos suyos y de sus alfas. No sabía cómo funcionaría tener bebés de dos alfas, ¿Tal vez por turnos? Pero lo harían funcionar. "Serías un padre insoportable."

Predestinado | kookmin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora