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N/A: Debido a los problemas con los guiones y wattpad, a historia será narrada de la siguiente manera:

"Dialogo," narración.

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El frío desolador que iba calando en cada uno de sus huesos brindaba una agonía indescriptible. La piel de color marrón rojizo que se aferraba a su débil y delgado cuerpo se hallaba fría y mojada, no hacía mucho para ayudarlo en su situación. Sabía que pronto su cuerpo no daría más, que caería como una pluma a la nieve para ahogarse en un último respiro.

Estaba preparado para recibir a la muerte como a una vieja amiga. Siempre fue alguien hospitalario, y aquella vez no sería la excepción.

Con el temblor de sus manos y el castaño de sus dientes, se permitió elevar la mirada hacia el panorama frente a él. Sus pestañas tenían hielo en ellas, incluso, y detrás de la bruma pálida podía determinar madera. Madera cortada significaba vida humana. Vida humana significaba oportunidad de vivir.

No quería vivir, pero todos tenemos ese recóndito instinto de supervivencia, el cual nos orilla a la seguridad incluso cuando conscientemente queremos acabarlo todo.

Se relamió los labios, tal vez así lograría que dejaran de arder. Caminó en un arrastre con flaqueza, intentando proferir alguna palabra pero sin resultados. Sus cuerdas vocales debían hallarse tan frágiles como todo el resto de su cuerpo, ya que ni siquiera los jadeos de dolor lograban salir. Apretó el abrazo hacia sí, avanzando lo más que podía.

Sus pies pesaban, cada paso era como tener grilletes sosteniendo sus pies contra la nieve abundante. Esta no colaboraba, y pronto se halló cayendo de cara a esta. Podía sentirla en sus labios y manos, disparando dolores que no creía posibles.

Así moriría, seguramente. Colapsado en la nieve como un débil insecto, tal como se lo merecía.

No es tu culpa, intentó decirse. Pero todo en su mente terminaba en segundo plano cuando su vida estaba pasando a través de sus ojos, cruel y tentadora. Un saboreo de todo lo sucedido, que habría arrastrado como una carga si la vida hubiese sido tan maliciosa como para obligarlo a vivir.

Sus sentidos seguían funcionando, aún cuando su pecho dolía y sentía que miles de cuchillas atravesaban su cuerpo. Un aroma intenso, de esos que penetraban la nariz hasta dolor, se hizo lugar no muy lejos. El aroma crecía, se acercaba y no era timido; estaba decidido a acompañarle hasta su último aliento. Una muerte poética que ni siquiera se merecía.

No fue tu culpa, quería pensar. Pero no podía engañarse a sí mismo. Estaba predestinado a morir lleno de culpa, rencor, dolor y un intenso olor a hierbabuena que seguía adentrándose de manera copiosa a sus pulmones.

Era capaz de escuchar voces, aunque ya no podía discernir de quién provenían. Todo sonaba como estática, él en el fondo del mar y tratando de alcanzar lo que las personas afuera le decían. Podía imaginarlo, asomándose al agua cristalina mientras él se hundía cada vez más... y no estaba seguro de que pudiera recobrar el aire.

Hizo el esfuerzo de levantar la mirada, de expedir toda fuerza que poseyera a su cuello, forzándolo a levantarse y a observar el último resquicio de vida que tendría.

Pudo hacerlo con mucha dificultad, mientras sus ojos se esforzaban en obtener una imagen que no fuese borrones. Fue posible, pensó al ver una figura algo plana, como si un cuadro de acuarelas se asomara hacia él. No podía ver nada realmente claro, a excepción de un par de ojos.

¿Iban a burlarse de él? ¿Era ese su castigo, ser observado como un bufón mientras la vida lo despachaba?

Eran ojos negros, muy redondos pero rasgados. Si pudiese determinar una expresión que perteneciera al rostro de esos ojos, sería definitivamente sorpresa.

Predestinado | kookmin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora