𝐜𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐈𝐈

2.8K 408 167
                                    

•10 años• “Perdidos”

Eunwoo estaba sentado conmigo en la clase de literatura, enfrente estaban Jisung y Nayeon, y el primer puesto al lado de la mesa de la maestra se encontraba Jungkook.

Había pasado un año y medio desde que él llegó y las cosas se complicaron bastante en mi vida. Resultó que Jungkook era un estudiante ejemplar y se llevaba de las mil maravillas con Jisoo, haciendo los deberes y realizando proyectos. Con Jimin las cosas eran casi iguales, lo del empujón cuando se conocieron, quedó en el olvido y Jungkook se comportaba como el hermano mayor, siendo ese mi lugar. Pero conmigo, ni siquiera se atrevía a mirarme directamente a los ojos, la última vez que lo hizo fue cuando se disculpó con Jimin, desde ese día en adelante, me evitaba. Me dirigía la mirada sólo cuando era necesario y trataba lo posible por no estar en la misma habitación que yo.

¿Acaso olía mal? ¿era feo? ¿no le agradaba?

Era como vivir con un fantasma, sabía que estaba ahí, pero no lo podía ver. Era un niño despreciable. Nada comparado a su madre, la mejor niñera que haya tenido, salvo por el pequeño detalle que aún no me dejaba comer mis galletas después de las ocho.

Sin embargo, desde la misteriosa aparición de esas galletas frente a mi puerta, cada vez que lo hacía una pataleta, a la medianoche unas galletas sobre una servilleta, tocaban mi puerta. Comencé a creer seriamente que el hada de las galletas con chispas de chocolate existía.

La maestra leía un aburrido poema. Puse cara de concentrado, pero en realidad estaba pensando en cómo convencer a mamá para que me dejara ir a la casa de Nayeon esta tarde con Jjanggu. Seguramente, me diría, "lleva a Jeongguk ". Antes me molestaba que me obligara a ir a todos lados con Jimin, pero misteriosamente se le metió en la cabeza al niño de rizos, podría ser mi amigo. Error, eso jamás lo sería.

No me gustaba la idea de que él fuera a la misma escuela que yo, por alguna razón que estaba fuera de mis conocimientos, mis padres le pagaban la educación a Jungkook y Jieun. Para navidad, les daban regalos, los dejaban comer en la misma mesa que nosotros y eran libres de reglas y listas de alergias, y cosas que se debían hacer.

—Seokjin, ¿podrías decirle a la clase de qué se trataba el poema? —salté en mi asiento y aparte un mechón rubio de cabello que caía en mi frente. Cuarenta pares de ojos se giraron a  verme, recordé que la abuela siempre me decía que si no sabía algo, sonriera y me acomodara el cabello con sutileza.

Escuché risas, la más fuerte era la de Miyeong, que estaba sentada junto a Jungkook. Ella susurró algo y se rió más fuerte, pero Jungkook no pareció hacerle gracia.

—Te estamos esperando, Seokjin. —me dijo la maestra, mientras caminaba hasta mi puesto con la mirada que ponían las personas cuando hablaban con un enfermo mental, eso me molestó.

Miré hacia al lado y Eunwoo se encogió de hombros, él tampoco había prestado atención. Nayeon y Jisung tampoco sabían, negaban con la cabeza para que no les preguntara nada.

Sentí ganas de llorar, la maestra me estaba avergonzando.

—¡Seokjin descerebrado! —gritó Miyeong desde el primer puesto. Toda la clase estalló en risas, excepto mis amigos, Nayeon y Jungkook seguían tan serios como en un funeral.

En una mirada fugaz que le lancé, vi como él gesticulaba algo con los labios. Me estaba mirando directamente y decía algo. Aproveché que todos reían y que la maestra trataba de hacerlo callar para entender el mensaje. "Amor", eso le entendí.

—Amor. —dije en voz alta en el preciso momento en el que el silencio volvió a la sala.

—¿Como dices, Seokjin? —me preguntó la maestra.

Marry me || GgukJin ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora