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Estaba acostumbrado a que se abrazaran, y sí, luego hacían el amor de forma dulce como le gustaba a la luz de la luna con su manto estrellado, disfrutando las caricias, besos y palabras amorosas antes de siempre decirse 'Buenas noches', y se acurrucaban calmando sus respiraciones, escuchando sus pequeños latidos y claro que eso a Shoto le encantaba. Antes no había estado acostumbrado a eso, ser tratado con amor, ser amado y poder corresponder luego de años de maltratos, contándole poder abrirse con demás personas, mucho más siendo una figura pública, pero no importaba totalmente eso, si no que necesitaba los labios de Izuku sobre los suyos aún si su novio ya estaba dormido, podía hacer la escena de la bella durmiente, o incluso hacer otra cosa más que besarlo para despertarlo.
—¿Puedes besarme más? —Le preguntó aún sabiendo que no tendría respuesta concreta, sonriendo con dulzura cuando y riendo bajo cuando el mayor de forma sosa y somnolienta beso sus cabellos revueltos, un poco húmedos, salados por el sudor de el baile de sus cuerpos momentos antes.
Aún eran tan jóvenes, no tenían nada que perder ignorando de forma completa su trabajo, siendo su pecho cálido cuando recordó que estaba compartiendo su cama con el símbolo de la paz se Japón, y que entre todos, lo escogió a él aún si sus vidas podían terminar en tan solo unas horas más cuando el sol tomará a su esposa e hijas para que fueran a descansar, iluminando los días con sus rayos cálidos. Era solo una cuestión de principio que podía mandar a la basura.
Se removió un poco en su lugar, enredando sus piernas mucho más en las sábanas para que en la mañana el otro lo tuviera que sacar y poderlo tener más rato antes de ir al trabajo, sientiendo como los brazos fuertes contrarios lo atraían más contra su cuerpo, abrazandolo y gustandole cómo se movía.
Vio su propio pecho con pocas marcas repartidas en su mayoría en su abdomen, y una en su cuello, siendo cinco en total sin conexión, pero igualmente con su mano trazando líneas sobre su piel queriendo que escribiera su nombre, podía hacerlo, se lo permitiría, él podía hacer lo mismo viendo sus mordidas sobre su hombro y un punto rojo en su clavícula, solo algo que ellos verían y sabrían.
Acaricio con su pulgar sus labios antes de pasarlo a los de su novio, le gustaban porque eran suaves, menos esponjosos que los suyos, aún así compensandolo con su sabor, oh, le encantaba el sabor, lo quería por toda su lengua, era muy adictivo, no lo podían culpar de forma real, desde que lo probó una vez en la academia no pudo dejar de pensar en eso, y ahora, luego de seis años luego de su graduación con muchas altas y bajas, en su mayoría por su incapacidad de tener pareja por el miedo de terminar como sus padres pudiendo tener una vida normal, podía saborearlo todos sus días cuanto quisiera y pudiera.
Nunca lo dejo solo, jamás lo presiono luego de su declaración en su segundo año, hasta lo siguió amando luego de años esperándolo y ayudándolo. Todoroki Shoto no estaba listo para una relación, ni para el amor en general con sus dieciséis años cuando lo escuchó, aún su corazón había estado lastimado, solo podía aguantar una amistad con suerte, sí, era fuerte, pero delicado en cierta manera al no tener una capacidad y resguardo emocional muy fuerte como su mente y cuerpo. Todo mejoraba, de forma lenta, y él fue mejorando con ello, porque ya no dolía, ya había sanado, y recibido y dado los perdones correspondientes.
