𝙀𝙡 𝙘𝙝𝙞𝙘𝙤 𝙦𝙪𝙚 𝙘𝙖𝙪𝙨𝙖 𝙚𝙨𝙘𝙖𝙡𝙤𝙛𝙧𝙞́𝙤𝙨.

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Hades, Hades, Hades.

Es de lo único de lo que se ha hablado en la escuela todo el día.

"Hades es un robot" "Mato a sus profesores en la anterior escuela" "quiero que me haga hijos. "Se ve sexy." "Me da miedo, pero me gusta y mucho."

Y ese tipo de cosas, todo el día he oído eso. Pobre Hades, se nota que no le agrada ser destacado ni llamar la atención, pero vamos... Te ves como un Dios griego, eres inteligente y misterioso, es obvio que va a destacar.

-¿Durazno o naranja?- me habla Val, sacándome de mis pensamientos.

-¿Qué?- le pregunto desorientada.

-¿Quieres jugo de durazno o naranjas?- me aclara.

-Cualquiera está bien, gracias.-

Ella asiente con una sonrisa y sale corriendo a buscar un jugo.

Mi mirada viaja hacia todos lados buscando a alguien en particular, pero no está en ningún lado.

Valery se acerca con nuestras bebidas, estamos en el segundo receso.

-¿Has visto a Hades?- pregunta interesada.

-No, no sé dónde está.- le aclaro.

-Yo si, mira esta allí.- me señala una pequeña mesa solitaria. La figura de Hades está ahí, solo.

-Wow, está solo, pobre.- hablo.

-Si, pero sé que pidió estar solo, todos nuestros compañeros querían sentarse con él.- destaca.

-Aun así, me da algo de pena verlo allí tan solitario.- señalo.

-Ve a hablar con él, eres su compañera de asiento y alguna que otra palabra te ha dicho.- anima Val mientras termina su jugo.

-Pero no quiero dejarte aquí sola a ti.-

-Tranquila, iré a ver a Anne, hemos estado hablando en clase y tenemos cosas pendientes.- dice pícara, mira a Anne, quien está sentada en la mesa del frente, y va hacia ella.

Sin dudarlo me levanto de mi lugar y me dirijo a pasos lentos hasta Hades.

Antes de poder formular alguna palabra, Hades me habla.

-Dije que no me molesten, ¿Tan idiotas son que no entienden?- suelta con desprecio. Un escalofrío recorre mi cuerpo.

-Hades- pronuncio lento. -¿Puedo sentarme aquí contigo?- le pregunto con algo de miedo.

Él se voltea y me ve, frunce su ceño.

-Eres tú.- suelta, parece confundido. -Sientate allí.- ordena mientras señala el lugar frente a él.

-Gracias.- digo para luego sentarme donde él lo pidió. -¿Qué lees?- le pregunto para romper el silencio.

-El caso Fitzgerald de Jhon Grisham- réplica.

-Grisham es un gran autor- suelto emocionada. No suelo rodearme de personas que leen, y menos que conozcan a Grisham, me siento feliz.

-Lo es.- acepta.

Aún que tiene su ojos en el libro, me siento extrañamente observada por él. Cómo si estuviera conociendo cada parte de mi, como si leyera mi mente y mi cuerpo, observando cautelosamente cada parte de mi.
Pero su mirada está puesta en ese libro.

-Creí que no querrías que yo esté aquí.- admito. Necesito romper el silencio.

-¿Por qué?.- pregunta, mientras continua leyendo.

𝑯𝑨𝑫𝑬𝑺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora