Capitulo 3

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Narra Willy:

A la mañana siguiente, desperté dejando escapar un gruñido somnoliento, pase mi mano por la cara, lanzando una mirada adormilada al pequeño reloj al lado de mi cama, las 7 a.m., me quede quieto con los ojos cerrados, rogando el poder dormir un poco mas, aun no estaba acostumbrado a tener que iniciar el día a tempranas horas, pero era necesario, en el poblado la mayor actividad se registraba por las mañanas, como en cualquier pueblo cruzando las colinas, lo normal, si esperaba encontrar algo fresco de comer sobre mi plato, debía madrugar para poder conseguirlo.

Me obligue a salir de la cama, abandonando la calidez que me proporcionaban las sabanas y me forcé a despertar. A mitad de mi drama matutino, escuche un par de voces, ¿un par? a mi mente le tomo solo un momento recordar, llenando mi cabeza con fragmentos del la noche anterior, ¡joder!

Alejandro.

Me levante tan rápido de la cama, que sentí un ligero mareo sacudirme, debido al esfuerzo, había olvidado por completo la presencia de ese chaval, seguramente estaría ahora con carol, ella a diferencia de mi, siempre era la primera en levantarse. Tome mi ropa y me la coloque a toda prisa. Entre tropezones, salí de mi habitación apresurado, llegue a la sala encontrándola vacía, confundido mire hacia la cocina, pero nada, no había nadie. 

Comenzaba a ponerme algo inquieto, cuando escuche el sonido de la voz de mi hermana que provenía de afuera. Abrí la puerta principal al tiro, provocando que ambos levantaran la mirada al escuchar el ruido, pase mí mirada velozmente entre uno y otro, asegurándome de que carol estuviera bien, no podía fiarme de Alejandro. No todavía.    

Carol sonrió al verme, de pie junto al barandal que servia de separación en la entrada, a su derecha estaba Alejandro, que me dirigió una breve mirada de reconocimiento, estaba sentado al borde de los tres escalones que guiaban a la salida. 

–Carol, podemos hablar adentro un momento – le pedí, ella entendió asintiendo y entrando a la casa

Una vez adentro, fui directamente al punto – ¿Que se supone que estas haciendo? Te dije que no te acercaras a él, no sabemos si es peligro

–Lo se, lo se, querías que me mantuviera alejada, pero cuando desperté lo vi y no pude evitar hablarle – se excuso

Resople frustrado, después de todo había sido culpa mía, por no levantarme a tiempo.

–Esta bien, entiendo – cedí – Pero no quiero verte a solas hablando con él otra vez, ¿entendido? – Ella asintió – Y de que estuvieron hablando

Carol movió sus manos de manera despreocupada – ah, de nada importante, si quieres saber si me contó como término inconsciente en la nieve, no lo hizo 

–¿Segura?, no le preguntaste nada

–Si no me crees, puedes preguntarle

–Eso haré y tú te quedas aquí, mientras yo aclaro un par de cosas él – gire abriendo la puerta para salir, sin darle tiempo a carol de quejarse, como seguramente lo haría

Sentí una brisa helada golpear mi rostro, al cerrar la puerta tras de mi. Alejandro seguía sentado al pie de las escaleras, con la mirada perdida en algún punto imaginario entre el espeso follaje de pinos a la lejanía. Al sentir mi presencia, giro su mirada en mi dirección, una ligera sensación de nerviosismo me invadió al saberme observado por él, lo que me obligo a ser el primero en hablar.

–Veo que ya te sientes mejor – dije al fin

–Si, ya me siento un poco mejor – respondió con voz suave – Gracias por ayudarme – agrego vacilante

Un murmullo en la colinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora