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Narra Paz

En este momento estamos yendo al campo para poder salir para la estancia, son las seis de la mañana y está de noche.

Cuando bajamos, nos está esperando Pedro con su papá y dos peones más para ayudarnos, saludo y me pongo los auriculares mientras ayudo a ellos pero sin hablar.

Cuando siento que alguien toca mí hombro giro y me saco un auricular al ver qué quiere decirme algo.

Paz- todo bien?
Pedro- si si, te quería decir que la pases bien, y que sabés que cualquier cosa podes escribirme.
Paz- si, gracias Pedro - sonrió y asintió.
Pedro- buen viaje - esta vez sonreí yo y caminé hasta donde estaban los viejos.
Raúl- estás?
Paz- si.
Lucrecia- nos vemos Ernesto - lo saludó y nos subimos los tres a la camioneta que nos llevaría a la estancia, atrás nuestro iría Killa.

Dormí todo el viaje, escuchando música, sobretodo Airbag y Wos. Cuando ya rayos de sol me dan en la cara empiezo a abrir los ojos y tengo a Lucre mirándome con una sonrisa.

Lucrecia- justo llegamos - miré por la ventanilla y veía hectáreas y hectáreas de sequedad.
Paz- esto? - señalé y rió negando.
Lucrecia- quedan unos minutos.
Raúl- gracias campeón - dijo cuando el conductor de la camioneta frenó y tuvimos que bajarnos nosotros tres y nuestros bolsos.
Paz- que onda que nos dejó acá? - real nos bajó en plena ruta.
Lucrecia- no pueden entrar autos al complejo.
Paz- eh? - reí y Raúl asintió.
Raúl- cosas de gente con plata.
Paz- no no - negué empezando a caminar - cosas de gente pelotuda.
Lucrecia- Zazi - se quejó caminando también.
Paz- tengo razón, no venimos a robarles ni arruinarles la fachada.
Raúl- ya está, tenemos que venir, trabajar y nos tomamos el palo.
Paz- ya me puse de mal humor - estuvimos caminando unos diez minutos, en los cuales intenté calmarme respecto a esta estupidez.

Cuando entramos nos vino a buscar un hombre de unos cuarenta años, que se presentó como Leonardo, y es como el peón más importante, parece súper simpático, igualmente yo no aporto a la charla y sigo mí camino detrás de ellos con mí fiel amigo, los auriculares.

Paz- una pregunta - solté de la nada sacándome un solo auricular y haciendo que los tres se giren a verme.
Leonardo- si? - me respondió sonriendo.
Paz- de quién fue la súper idea de que no puedan entrar autos?
Lucrecia- Paz.
Leonardo- de los patrones - suspiró - cosas de gente de plata - alzó los hombros y sonreí.
Paz- ah - asenti y volví a colocarme el aparatito que reproduce musica.

(...)

Paz- vos escuchaste como hablaba? - resongué sentada al lado de Raúl que arreglaba un alambrado y él rió.
Raúl- si gorda, la escuché - hace cinco minutos estuvimos con Caterina y Adolfina, la patrona y su hija, y son chetas no, CHETAZAS, imbancables.
Paz- perdón - me miró y frunció el ceño.
Raúl- por?
Paz- porque me pongo re pesada con la gente y este ambiente.
Raúl- es que yo pienso lo mismo que vos, nada más que no lo digo ni lo hago notar, a mí también me jode que esas dos no querían tocar un árbol o que nos hayan hecho caminar en vez de permitir entrar un auto, pero bueno, nosotros tenemos diferente carácter, a vos se te nota a la legua que te jode, yo la disimulo, pero no me molesta que me andes diciendo todo el tiempo que no bancas a las locas esas - reí y él también.
Paz- es que te juro que no puedo disimular, me dan asco.

Charlamos un rato más y cuando ví que llegó Killa salí caminando para las caballerizas, quería ver como la trataban para entrarla y demás, no iba a permitir que le hagan mal.

Adolfina- no podes estar acá - dijo con la voz más chillona que podría existir cuando me asomé en donde habían entrado a Killa.
Paz- por?
Adolfina- reglas - alzó los hombros.
Leonardo- no hay ninguna regla que no permita al dueño ver a su caballo, señorita Adolfina - susurró desde atrás suyo y puedo jurar que por la cara que puso la rubia, se le salió el alma del cuerpo.
Adolfina- perdón? - se dió vuelta y se cruzó de brazos, como no me vió, aproveché a entrar.
Paz- Killa - sonreí y la acaricié.
Adolfina- te dije que no podés estar acá - elevó su voz agarrándome del brazo, la miré y me solté bruscamente de su agarre para salir caminando hacia donde dormiríamos.

ᴀᴛʀᴇᴠᴇᴛᴇ ᴀ sᴇɴᴛɪʀ «ᴛᴏᴍᴀs ʟᴇᴄᴀɴᴅᴀ»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora