Sordidum.

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Esa noche fue la primera vez que tuve sexo, fue doloroso física y emocionalmente al principio, a pesar de que aquel hombre me trataba con gentileza, parecía verme con adoración como si fuese un dios, me deseaba totalmente, moría por mí, mientras él se daba placer con mi cuerpo varios pensamientos venían a mi mente, no podía negarme a tener sexo con él, entonces ¿por qué sufrir? Puedo disfrutarlo, ¿no? Es mi cuerpo solo me pertenece a mí, puedo ser dueño de mi placer, ni siquiera es como si fuera desagradable, puedo hasta decir que es hasta guapo, tanto como lo puede ser un hombre maduro, aquel jadeaba excitado y movía frenéticamente sus caderas, aproveché a rodear su cuello con mis brazos y besé suavemente sus labios.

Esto pareció emocionarlo más porque su miembro pareció ponerse aún más duro dentro de mí, mi miembro chorreaba líquido pre seminal, comencé a disfrutarlo, así fue por un buen rato, hasta que él estaba cansado tenía la mirada perdida en el techo, ya pude ir a mi cama con las otras chicas, me sentía vacío, el sexo no fue tan doloroso como pensé, ni si quiera desagradable, pero me siento deshonrado.

Como sea a la mañana siguiente me desperté, mi cadera dolía un poco y sentí una punzada en el culo, mis piernas flaquearon un poco, nos llevaron a todos al comedor a desayunar, a mí me dieron un desayuno especial, lo ordenó el señor.

Debo de admitirlo fue delicioso, al menos es amable, luego fuimos a lavarnos como de costumbre, ya casi se acercaba el solsticio de invierno, la época más obscura del mundo, donde nos deshacíamos de lo que era una carga para nosotros y pedíamos la bendición de la Diosa Madre y su Dios hijo, a las mujeres y hombres jóvenes se nos daba la oportunidad de cortejarnos entre nosotros y en la misma noche a los ojos de la luna caeríamos ante el deseo, era un buen inicio, este año iba a tocarme a mi ser el primero en escoger pareja, le pediría a la Diosa Madre que me ayudara e iluminara mi camino, no lo sabía pero teníamos una mentora que nos daba clases de todo, desde ciencias hasta el arte, todo este tiempo me sentí observado, e incluso a veces sentía una presencia obscura, decidía ignorarla pero a veces era sumamente molesto, el resto del día fue aburrido, la misma rutina solo que con comidas especiales, hasta que tocó alguien la puerta, uno de los sirvientes dijo que él lo había enviado para mí, una preciosa esmeralda en un anillo, lo recibí y aquel se fue, entonces una sonrisa altiva se esbozó en mi rostro, podría sacar provecho de mi situación no tenía que ser el mártir de todo esto, mi piel morena resaltaba con el verde de aquel anillo, luego me mandó a llamar, cuando llegué a su habitación él tenía una leve sonrisa.

-¿Te ha gustado mi regalo? Luce precioso con tu piel.- dijo acercándose a mí, acariciando suavemente mi mejilla, tenía que ser bueno y seductor, aunque tuviera ganas de cortarle la garganta, así que sonreí.

-Es un detalle precioso, su majestad, se lo agradezco profundamente, de hecho, quisiera que demostrarle mi gratitud, si usted mi señor me lo permite.- dije usando mi voz grave y lanzando una mirada atrevida.

-Mi dulce muchacho, sería un honor, haz lo que te plazca.- había caído, él era dócil, no sería un problema cautivarlo, así que lo guíe hasta su sillón en el que perdí mi flor, y yo me puse enfrente, acorralándole, besando suavemente sus labios y lentamente bajando por su cuello en el que los besos estiraban un poco su piel y eran húmedos, luego pecho fornido iba arrodillándome cada vez más, y pasé mi cálida y húmeda lengua por su abdomen atlético, hasta arrodillarme por completo, retirando su ropa quedando frente a su miembro erecto, de hecho era bonito podría decirse, bastante grueso y un poco largo, aunque la mía era más grande y bonita, estuve a punto de acobardarme pero no lo hice así, tomé su miembro con una mano y lo que sobraba pasé mi lengua, en especial por su frenillo y glande, mientras esbozaba una sonrisa, viéndole de manera lasciva, sabía cómo hacerlo, había visto a Tala haciéndoselo a Urika muchas veces, e incluso algunas veces Urika me lo hacía a mí, su lengua parecía terciopelo, pocas veces Tala la cuál su garganta era profunda y obviamente también les devolvía el favor.

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