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Primer Café

9:00 a.m
 

El calor del verano se iba haciendo sus maletas de poco en poco, para al fin marcharse y dejarle espacio al otoño, ya se podía ver cómo las hojas se empezaban a teñir de naranja, muy lentamente, mientras había alguna que otra en el piso, que se había adelantado a la fiesta. Las mañanas eran cada vez más frías, aunque en los mediodías el calor seguía vigente hasta largas horas de la tarde, pero cuando el sol caía, el frío se volvía insoportable. La transición entre de una temporada y otra era tediosa, detestaba ser parte de eso, mi cuerpo no es tan fuerte a este tipos de cambios, así que soy bastante propenso a resfriarme por culpa del clima indeciso.

Por el  momento seguía amaneciendo, el cielo era un campo de nubes que obstruía los rayos del sol, con el paso del tiempo le encontré un gusto a los días nublados y el frío en las mañanas, no tengo idea de por qué, o cómo, recuerdo una vez haber conversado con alguien sobre cuál era su clima favorito, y nombró esto mismo, los días nublados ¿Por qué te gustarían los días sin sol? La ciudad como las personas se veían más desanimadas, era un estado más deprimente que otra cosa, pero, al final lo terminé entendiendo, y ahora son mis días favoritos también.

No sabría explicarlo con exactitud, simplemente me trae tranquilidad.

La cafetería estaba media vacía, a  medida que los minutos iban avanzando, nuevos clientes estaban entrando, algunos recurrentes, como yo, u otros que estaban de paso, y así. Estaba sentado en uno de los sillones de cuero sintético que daba a la ventana de la calle, veía la gente pasar, con esas caras de nada, o de molestia por el frío seco escupiéndoles en la cara.

Me sentía un poco privilegiado, estaba dentro de cuatro paredes con calefacción, un asiento cómodo y un café caliente que trataba arduamente calentar mis manos, en estas fechas se volvían extremadamente frías, e imposibles de calentar. Desde este punto de vista tan cómodo, veía a la gente de las veredas luchar contra el día, aunque yo no soy una excepción, cuando marquen las diez voy a ser uno de ellos también.

Suspiro abrumado con solo imaginármelo.

Llevo la taza a mi boca, tomando el café recién servido, estaba esperando a que se enfríe un poco, entre eso la veo venir con una sonrisa de oreja a oreja, con ese pelo atado en una coleta de forma revuelta y el delantal ya manchado, no había pasado ni una hora.

—Hola, hola, buenos días forastero. — dice dejando caer su cuerpo como si estuviera muerto en el sillón del frente, largando un suspiro largo de paso.

— ¿Ya estás cansada? Ni siquiera cumpliste el primer turno. — le remarco, haciendo que se ría mientras se agarra la cabeza cansada.

—Lo sé, es que ayer no tuve una buena noche... — ahora que la veía de cerca, podía notar las bolsas obscuras debajo de sus ojos, me pregunto cuántas horas habrá dormido.

—Déjame adivinar ¿Te quedaste haciendo las cuentas del mes tarde de vuelta, no es así?

—No te diviertas conmigo si ya sabes la respuesta, Levi. — dijo amenazándome con la cuchara de mi café.

—Denegado.

Hanjie deja caer su cabeza contra la mesa, con cansancio. — ¿Por qué soy así? Siempre dejo las cosas a última hora, no las hago hasta no sentir la presión de la fecha límite estando a unos pasitos de mi... — se escuchaba frustrada, aunque esto es algo de todos los meses, nada de que sorprenderse.

—Ambos sabemos que no es del todo tu culpa. — digo, intentando animarla un poco, o al menos sacarle la pena de encima.

—Si, lo sé... — dice algo desganada, mientras se volvía a recomponer en su lugar.

— ¿Moblit te está ayudando con tus pastillas?

—Sí, lo hace. Por suerte él está conmigo para recordarme esas cosas, por más que tenga recordatorios hay veces en los que me distraigo con otras tareas y bueno, ya sabes el resto de la historia.

Por mi parte solo puedo asentir con lentitud, de una forma algo obvia. Hanjie siempre fue así desde que éramos niños, olvidadiza y con energía de más, pero eso con el paso del tiempo le fue trayendo problemas, por suerte ahora está controlada, y sabe que no es la única a quien le pasa eso. Su novio Moblit es como su guarda espaldas personal para cuidar de ella en todo momento, él tomó mi puesto desde el día en que Hanjie decidió dejar la Institución y abrirse su cafetería en el centro y tener una vida más tranquila, pero que digamos... no es tan tranquila, pero para ella este es su concepto de tranquilidad y felicidad, la apoyo en eso.

— ¿Qué tal andan las cosas por tus rubros? — dice cambiando de tema.

—No quiero ni pensar en eso, estamos en épocas de exámenes, y mis alumnos... bueno, ambos sabemos cómo son.

Hanjie se ríe, dándome la razón, hay veces en las que detesto ser profesor.

—Deberías de ser menos duro con ellos Levi, sé que te odian en el fondo a pesar de que tus clases sean buenas.

—Lo sé, pero prefiero que me teman y hagan lo que tienen que hacer a que sean unos holgazanes que vienen a la Institución solo para calentar la silla.

—No me doy una idea de lo mucho que deben extrañar a su profe favorita de particular — alardea el cariño de sus alumnos en mi cara, parece divertida con eso. Y en parte es verdad, los alumnos más grandes aún me siguen buscando para preguntar por la señorita Hanjie y su estado, hay veces en que la vienen a visitar, son buenos chicos al fin y al cabo, solo les falta un poco de disciplina, y yo soy esa piedra en el camino en sus vidas, ese profesor que tanto se odia... sinceramente a mi también me divierte hacer de villano en el fondo, sonrió un poco con ese pensamiento.

—Eres malvado.

— ¿Me estabas leyendo la mente o algo?

—Era un poco obvio.

Al decir eso último tomó de un sorbo el poco café que me quedaba, ya eran las nueve y media, a las diez debía estar en el trabajo.

— ¿Ya te vas yendo?

—Sí, en treinta minutos tengo que estar en la universidad. — con algo de cansancio preparo mi maleta y le alcanzo el dinero a Hanjie.

—Levi, te dije miles de veces que no hace falta que me pagues por lo que sea que consumas aquí...

—Los dos sabemos que lo voy a seguir haciendo — digo mientras voy saliendo de mi lugar, para comenzar a encaminarme a la salida.

—Dioses.

Nos despedimos con Hanjie, la vería el jueves de vuelta, solo tenía tiempo por las mañanas de los martes y jueves, nada más, me gusta esta rutina, es agradable, pero lo que no lo era es el frío congelado abrazándome con fuerza ni bien salía del local, qué locura.

Apuré mi paso para dejar de sufrir, mi auto estaba en reparación, así que estas semanas sin él iban a ser duras.

BM

Gracias por leer

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