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Café Molido

7:30 p. m.

La noche se hizo protagonista una vez pisé las baldosas de la calle, el cielo era pálido, contrastado por las nubes grisáceas que viajaban con lentitud en los cielos contaminados por la luz de la ciudad. Había olvidado cómo lucía realmente la obscuridad al desnudo de este mundo. El frío estaba más que presente, hacía su demostración cuando suspiraba con pesadumbre, generando grandes nubes de vapor, que se desplazaban con lentitud hasta desaparecer, o ser reemplazadas por otro suspiro más grande.

Las calles estaban iluminadas de amarillo, los negocios y locales de ropa aún seguían abiertos, autos pasaban haciendo un ruido estruendoso, dando bocinazos en concordia o haciendo imposible respirar aunque sea una gota de aire puro, ya que se encargaban de aniquilar cualquier signo de pureza con el humo negro de su motor, haciendo que te sientas asqueado en solo segundos por el embriagante sabor del toxico que inunda los pulmones.

No ser el protagonista de un auto es la peor parte, no tienes tan presente estas cosas hasta que te toca estar del otro lado.

Intenté apurar mi paso, solo quería largarme de las fosas asquerosas de la ciudad, llenas de gente, autos, autobuses que repelían el doble, y demás cosas por el estilo. Quería estar en casa de una buena vez, abandonar el frío que se colaba entre mis pantalones, la exagerada cantidad de ropa que enrollaba mi cuerpo y el maletín pesado que chocaba entre mis piernas de vez en vez cuando caminaba muy rápido, y la física actuaba por si sola.

No estaría pasando por esto, si no fuera por la ausencia de mi único medio de transporte.

Entre muchas quejas mentales, que hasta por momentos llegaban a escurrirse por mis labios en forma de murmullos cuando se hacían muy ruidosas, llegué a casa, a mi amado departamento, amplio y ordenado, y más importante que nada, silencioso y solitario, habían veces poco usuales donde sentía un gusto de nostalgia, cuando era adolescente la casa en la que habitaba era por demasía en festiva, iluminada, y siempre cuando llegaba me abrazaba el olor de la comida de mi madre, acompañado por los aullidos de mis hermanos cuando se peleaban entre ellos.

Es algo que a veces extraño, es algo que a veces agradezco que haya terminado.

Encendí las luces del lugar, matando la que entraba tenuemente en la gran ventana del comedor, que enseñaba el resto de lucecitas de los edificios, cuales se esparcían como si fueran estrellas en un conjunto simétrico, a veces imperfecto.

Apenas y me desplomé en el sillón, mi celular comenzó a vibrar, corrompiendo la burbuja de tranquilidad que se había formado en mi cabeza, de mala gana busqué mi teléfono en el bolsillo de mi pantalón, me tomé el tiempo de revisar el resto de notificaciones que tenía, en su mayor parte eran mails que no deseaba que estuvieran ahí, y arriba de todo, los mensajes de Hanjie que seguían cayendo sin parar.

Hanjie

En línea

-Hola, hola

¿Ya saliste de la cárcel?

Espero que sí

Quiero ir a cenar a tu casa esta noche, hace tiempo no hacemos nada juntos además de vernos un rato en la cafetería por las mañanas

-Ya ni siquiera te tomas el tiempo de preguntarme si quiero cenar contigo o no

-Porque sé que vas a decir que no, porque eres un maldito asocial

Voy a ir con Moblit, obviamente

-Tú, maldita cuatro ojos de mierda...

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⏰ Última actualización: Jul 10, 2021 ⏰

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