Chico Raro ✧ Hyunlix

1939 (40)

Miró el gran campo que estaba separado por alambre de espino y después observó a todos los niños y adolescentes gitanos, homosexuales y huérfanos cargar con las pesadas piedras y madera.

Corrió.

Quiso correr muy lejos, huir de esa tortura que apenas llevaba un una semana, era el infierno, eso podría jurar.

Un alemán logró alcanzarlo gracias a una bala que le dio en el muslo, haciéndole caer y gritar de dolor, tanto dolor que minutos después se desmayó.

Un fuerte dolor en sus manos hizo que abriera sus ojos, la luz era muy brillante, seguía ahí.

Alzó su vista, sus muñecas estaban atadas a un árbol, pero estaban atadas con alambre, cada vez le dolía más. Comenzó a llorar.

— Felix... —murmuró su amigo.— Por favor aguanta... —sollozó.

— Jeongin... Me duele... —susurró de vuelta, sintiendo como sus muñecas comenzaban a arder.— ¡Duele!

Cada vez que Felix intentaba huir o cualquier otro preso, los colgaban de algún árbol, usualmente cuando atrapaban a uno, con esa vez bastaba para que el niño no volviera a intentarlo. Pero Felix no era así, a pesar de todas las veces que lo colgaron, seguía queriendo huir, tenía la esperanza de lograr escapar algún día.

Soltó otro grito cuando por octava vez fue golpeado en la espalda con el gran arma del alemán.

Sus pies también estaban atados para que no se moviera, y su abdomen y espalda estaban sangrando.

— Felix! —corrió al rubio cuando lo vio tirado bajo el árbol donde lo tenían.— ¿Estás bien? —suavemente acarició con delicadeza las heridas del menor.

— Duele... —sollozó.— ¡Me duele!

— Shhh, guarda silencio o regresarán. —puso su dedo índice en los labios de su amigo.

— Pero me duele...

Jeongin sabía que Felix no era malo, no importa que fuera (ya que aún no le había dicho), gitano u homosexual; el rubio era un chico muy puro, eso podía verlo, no merecía tal dolor. 

Durante cuatro meses intentó huir fallidamente, en Enero dejó de intentarlo, así pasó Febrero, Marzo, Abril, Mayo, Junio y Julio, en ese mes habían menos niños, menos de la mitad de huérfanos habían sido trasladados a Australia, y más de la mitad de gitanos y homosexuales habían muerto, aunque eso no quitaba que cada día o mes llegaban nuevos.

— No me has dicho porqué estás aquí. —miró a Felix quien miraba las nubes moverse.

— ¿Mh? —giró su vista al mayor.— Ah, eso... —todas las personas que sabían sobre él, se burlaban, se alejaban, lo miraban raro, simplemente lo rechazaron. Pero el mayor estaba ahí y nunca dijo algo hiriente hacia gitanos u homosexuales.— Soy diferente... —se encogió de hombros.

—soltó una pequeña risa.— Eso lo sé, me lo dijiste cuando nos conocimos. Pero, ¿diferente en qué?

—suavemente se abrazó a sus piernas, soltando un pequeño suspiro.— Me gustan... —cerró sus ojos y tragó saliva.—, Los niños.

— ¿De verdad? ¿Cómo es? ¿Cómo se siente? —preguntó emocionado y acercándose al menor, quién lo miró sorprendido.

— ¿No te doy asco? —murmuró sintiendo sus pequeños ojos picar.—ladeó su cabeza.— ¿Por qué me darías asco? 

Felix miró la inocencia y la honestidad en la cara ajena así que no pudo evitar sentirse triste. Rápidamente se abrazó y aferró a Jeongin, comenzando a llorar.

"¿Así se siente tener un amigo?"