Mi cabeza estaba sobre las piernas de la joven. Ella me acariciaba el pelo suavemente esperando que me despertara, pero mi cabeza estaba apunto de estallar y no podía abrir los ojos, solo quería dormir. Mis tímpanos me fallaban, pero podía escuchar a la gente que había a mi alrededor. Escuchaba la voz de Jonathan hablando por teléfono.
—¡Josep, vuelve rápido a casa! Tu hija esta inconciente en el suelo.
Al escuchar esas palabras me desperté. No quería que mi padre me viese así el primer día. La joven me ofreció la mano para ayudarme a levantarme y conseguí ponerme de pie. Les dije que es mejor que nos fueramos a casa lo antes posible.
—¿Estás bien? ¿Te duele algo?—me pregunta la joven
—No, tranquila. Estoy bien—le contesto—. Por cierto, me llamo Monika ¿y tu?
—Sara. Encantada Monika—le sonríe y Monika le devuelve la sonrisa—.
Jonathan iba unos metros por delante. Estaba serio y parecia enfadado.
—Jonathan...
—Jonan—interrumpe.
—Vale ¿te pasa algo?
—No, nada. Solamente que si te llega a pasar algo, la responsabilidad es mía...
—Pero que no me ha pasado nada—le digo aseguradamente—. Tu tienes que estar tranquilo.
Cuando terminé de hablar llegamos a unos muros de piedra. Había una puerta de hierro con las iniciales JM marcadas en la puerta de Josep Muñoz. Entramos. Habia un chalé con un jardín que parecia no terminar. El chalé era grande y bonito, bastante rústico pero moderno. Una casa den sueño.
—Te acompaño a tu habitación— dice Jonan
—Sí, gracias.
Sara esperaba en la puerta del chalé. Quería que viniera conmigo. Me ha caído muy bien, es simpática, amable...
—Sara, ¿quieres entrar?
—Bueno... Vale—dice impresionada viendo la casa.
Sara, Jonan y yo entramos a mi habitación. Dejé las maletas y me fui a ver el resto de la casa.
La cocina era enorme, conectaba con un gran salón. El salón tiene ventanales gigantescos donde se puede admirar una fuente de piedra con un caballo elevado de estatua.
—Tu padre quiere que te enseñe una cosa. Seguidme.
Habrió un ventanal para salir al jardín. Detrás del chalé habían tres establos.
—¿Como? ¿Estoy soñando?—dije impresionada
—¿Así que esos caballos son de tu padre?
Mis ojos se quedaron como platos. La ultima vez que visité a mi padre, él vivía en una casa tan normal. Pero ahora veo que las cosas han cambiado.
Apareció un hombre alto, de pelo moreno y ojos azules oscuros, con una camiseta del Stradivarius y unos pantalones y zapatos del Massimo Dutti.