—¿Estas bien?—grita el hombre de marca preocupado.
Jonan me miraba. No entendía por que aquel hombre estaba preocupado por mi. Su voz y su cara me resultaban familiar, como si alguien que conozco pero hace una eternidad que no lo veo se tratase. No me quedó más remedio que responder a su pregunta.
—Sí... Estoy bien... Supongo...
Jonan, que estaba detrás, se colocó a mi lado. Me quedé mirandolo intentando que me explicase que pasaba aquí, que me dijera quien es ese hombre. Él me entendia con una mirada y reaccionó.
—Monika, dale un abrazo a tu padre...—me da un golpezito con la pierna disimuladamente— ¿no?
—¡Ah, sí! Es que el coete creo que me ha afectado a mi cabeza y se me olvidan las cosas...
Mi supuesto padre me mira extrañado. Tal vez no se me da bien disimular, pero por favor; no se me ocurría nada que decir en una situación como esta. Así que le dí un abrazo con ojos como platos. No me podía creer lo que estaba viendo. ¿Mi padre millonario? Pero si hacia nada era de lo más normal. Bueno, hacia nada sería... Hace doze años. Pero aún no me lo podía creer.
Me acordé de que Sara estaba detrás nuestra escuchando la conversación.
—Padre. Esta es Sara, la he conocido en la mascletà hoy.
—Encantado señor...
—Puedes llamarme Josep.—sonrie— Igualmente Sara.
Sara es una chica bastante amable y encantadora. Su físico es increiblemente espectacular. Tiene unas curvas perfectas y sin nada de grasa. Su pelo rubio es larguísimo, más o menos por la cintura y sus ojos son un color verde azulado hermoso.
Ella y yo nos fuimos a mi habitación. Empezamos a hablar de nosotras, de nuestros gustos, aficiones y todo lo que se nos ocurría por nuestra cabeza hablar. Nos contamos nuestros defectos, nos lo contamos todo. Pero al final surgió el tema de los padres. Le conté la historia de mi madre y de porqué no conocía a mi padre hoy y ella me contó la suya con su familia. Al parecer sus padres y ella viajaban en coche hacia París una noche de verano. Su padre llevaba horas en el volante y los ojos empezaban a fallarle y a cerrarse. En una curva el padre se confió demasiado y un camión se llevó a la familia por delante. Él murió en el acto, aún así la madre tubo unas horas mas para estar con Sara, que solo sufrió cortes por culpa de cristales rotos. Ahora vive sola en un pequeño piso, pero antes vivía en un viejo orfanato. Su historia me hizo llorar. Yo no seria capaz de haber sido tan fuerte en esta vida y aún así, si me hubiera ocurrido, nada más de recordar la historia caeria al suelo llorando.
—Oye, ¿quieres que le pregunte a mi padre si te puedes quedar a comer?
—Sería una molestia...
—Sara, no serías una molesta, te lo aseguro. Más bien te lo agradecería.
Mi padre dejó que Sara se quedara a comer a mi casa y las dos continuamos contandonos cosas. Ella cumple los 17 años el treze de este més y estoy pensando en agradecerle su amabilidad con algún regalo.
Mi padre nos llamo para comer. La comida estaba la mar de rica y los cuatro disfrutamos mucho. Después Sara y yo nos fuimos a los establos. Habia un caballo blanco, uno negro y otro bayo. El negro es grande, con pelo en las patas y una melena y una cola largisimas. El blanco tiene un cuello grande y fuerte, también de cola y melena largas. Sus patas eran firmes y sus pezuñas estaban cuidadas. Era un caballo de en sueño. El bayo es pequeño, pero firme también. Su color es extraordináriamente hermoso.
—El blanco es Galán—dice Jonan que estaba detrás nuestra—, el negro Tauro y el bayo es Bolero.
—Vaya... El blanco es... Madre mía—digo impresionada—.
Sara y yo acariciabamos a los caballos hasta que un chorro de agua nos mojó de arriba a abajo.
—Jonan, ¡yo te mato!—grito enfurecida y a la vez riendome.