-Oh… ¿Pero que es esto? – no podía pronunciar palabra para satisfacer la duda de mi novio al ver todo aquello, el ambiente de esa fiesta organizada a las afueras de la ciudad en la enorme mansión de Hyunjin dónde yo había pasado tardes y mañanas con ella, hablando simplemente o viendo películas en su pantalla de plasma de cincuenta pulgadas tan grande como la pantalla de un cine, escuchando música a través de los altavoces de su cuarto que ahora parecían formar parte del decorado y hacían retumbar las paredes con la alocada música dance.
Apenas podía dar dos pasos sin chocar alguien con camisa de algodón o con con botas de tacón de aguja, minifalda con una buena vista de un culo fino y escotes que dejaban ver casi toda la totalidad enormes tetas.
No entendía que hacía Hyunjin dando semejante fiesta. Observaba desde gente medianamente normal bebiéndose a chorros jarras enteras de un licor rojo del que prefería no saber el nombre, a chicos y chicas medio despelotonándose encima de la barra.
Lo que más me sorprendió fue ver a dos chicas de poco más de veinte metiéndose la lengua hasta la garganta en plena galería y acariciándose los pechos e incluso la entrepierna con las manos, la una a la otra.
Había estado en fiestas antes, pero eso era el caos total. Me alegraba de no ser yo quien tuviera que recoger semejante estropicio luego.
-Joder, si me hubieras dicho que esto era una orgía, me hubiera traído condones. – se burló Mark. Le di un codazo suave en el estómago y empezó a reírse en mi cara.
-¿Dónde mierda estará Hyunjin? – murmuré, intentando caminar por entre los desconocidos que me rodeaban. ¡Si casi nadie era de la universidad!
Sentí un azote en el trasero y me volví rápidamente, escandalizado.
-¡Eh, guapo! ¿Quieres bailar? – me quedé a cuadros observando a aquel chico con cara de borracho total que me guiñaba descaradamente un ojo.
-¿Eh? – de un tirón, Mark me apartó de la trayectoria de ese hombre, porque perfectamente podía considerarse ya un hombre en toda regla. Me rodeó con sus brazos y le lanzó una mirada divertida y prepotente.
-Lo siente, el Muñeco es mío. – y volvió a tirar de mí, adentrándonos más en aquel lugar alocado carente de orden. – Estupendo, no falta de nada. Putas, puteros, lesbianas, maricones, alcohol… - capté como un coro de chicos se esnifaban de una vez todo el polvo blanco que había esparcido a un lado de la mesa de la cocina y vociferaban llenos de gozo. - … Drogas y música mala. ¡Buoh, me siento como en casa! – no me lo podía creer. ¡Eso era el infierno!
-Mark, vámonos.
-¿Qué? – preguntó, alzando la voz. No se oía nada por culpa de la maldita música.
-¡Que volvamos a casa! ¡Quiero irme a casa!
-¿Tan pronto? ¡No, ni hablar! ¡Me has arrastrado a la fiesta y fiesta vas a tener! – Bueno, eso sí que no me lo esperaba. Mark dio una vuelta sobre sí mismo, quitándoles descaradamente de las manos a una pareja de chico y chica los vasos repletos del líquido rojo que había visto siendo engullido por un coro de energúmenos más atrás. Me lo ofreció. Negué con la cabeza frenéticamente.
-¡No quiero, no sé lo que es! – le grité, llevándome las manos a los oídos, intentando detener el torrente de gritos y molestos ruidos que fluían por todas partes.
-¡No seas niño! ¡Es ponche, lo que se sirve en todas las fiestas! ¡No te vas a morir por beber un poco! – giré la cabeza de un lado a otro. Todo el mundo parecía divertirse pero… de una forma tan sumamente absurda. Daba vergüenza ajena. - ¡¿Vas a ser el que se quede de brazos cruzados solo en una esquina?! – me mordí el labio inferior y le arranqué el vaso de las manos de un tirón.
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Doll (Markhyuck)
FanfictionNunca podría haberme imaginado que el muñeco perfecto seria mi propio hermano gemelo. Todos los créditos a sarae la autora original.