Charlie's pub

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Hace calor en las inmediaciones del centro de Madrid, todo el mundo se había ido de vacaciones, sobre todo a los típicos destinos turísticos de los madrileños, como suelen ser la costa mediterránea y la costa cantábrica.
Eso para aquellos que les gusta el turismo nacional, para el resto siempre les viene bien coger un vuelo hacia un destino turístico algo exótico.

Yo que tenía familia en el norte y que además era un pobre estudiante sin muchos ingresos, decidí descansar en lo que hace algún tiempo yo llamé mi hogar.

Tal vez hasta podría volver a ver a mis amigos de bachillerato y alguno de la universidad, volver a disfrutar de las frías aguas del Cantábrico y librarme del abrasador calor de Madrid.

Continúe por la calle todo apresurado con mi maleta hasta llegar a la dichosa estación de buses de la avenida América.

Llegué por los pelos y el conductor se veía visiblemente molesto por mi tardanza, así que con mala gana abrió el compartimiento del lateral para guardar la maleta, miró mi billete y subí arriba tan rápido como pude y me senté en mi asiento cerca de la ventanilla.
Me coloqué mis cascos y puse música para amenizar el viaje, y por entonces recordé las canciones que hace tiempo grabé con mi antigua banda de rock, se llamaba Charlie's pub, estábamos muy influenciados por la música grunge de los 90's como Nirvana o Alice in chains.
Fue como desempolvar un viejo casete.

Al poner la música de la playlist recordé aquellos tiempos, se me hacía ameno.

El chófer encendió los motores y para entonces sonaba Sweet Home Alabama, el viaje prometía descanso y sosiego, una estancia placentera evocada al recuerdo de mi antigua casa.

Pasaron un par de horas todavía seguíamos en la comunidad de Madrid y el viaje ya se sentía incómodo, porque mi compañero de asiento hablaba todo el puto rato con el teléfono gritando como si el que estuviese al otro lado de la línea estuviese sordo. Menos mal que tenía cascos.

Por otra parte el estar sentado durante horas se hacía cansador y el calor pese a ser sobre las ocho de la tarde pegaba muy fuerte y el chófer que previamente me miró mal no encendía el aire acondicionado, me lo tomé como si fuese algo personal, algo estúpido, sí, pero con calor se te nubla los pensamientos. Lo más gracioso es que todavía quedaba mucho trayecto, el viaje que en un principio pintaba bien se volvió pesado y agotador.
Todo por no gastar unos treinta euros extra, podría haber llegado antes y mucho más cómodo, pero con mis pobres ingresos era un lujo que en aquel momento no me podía permitir, sobre todo si trabajas de mesero en un bar que se ubica en Vallecas.

Mientras estaba encabronado conmigo mismo seguía escuchando mi playlist que todavía sonaba en mis cascos inalámbricos, se acababa la batería de los mismos y me apresuré para cambiar los cascos inalámbricos por unos tradicionales, tan rápido que apenas me dió tiempo como para poner la oreja a mi compañero de asiento.

Al hacerlo reanudé mi playlist, decidí cambiarla y puse los grandes éxitos de los líderes del movimiento grunge, empezando por Nirvana.

Nirvana era un grupo que me evocaba muchos recuerdos, con muchas luces y sombras.
Mi primer recuerdo de la banda fue con su popular single, Smells like teen spirit, fue mi primera toma de contacto con una banda que decía todo y nada con sus letras.

Era todavía un joven chaval que todavía iba al instituto que buscaba su género musical, en ese momento recién salido del jazz.
Al mismo tiempo que me introducía en el movimiento grunge también poco a poco empezaba a ser mi bandera, mi consigna, totalmente maravillado por su música, la melodía en su mayoría era una combinación de agresividad en la guitarra eléctrica y unos arpegios tranquilos que te calmaban después del subidón. Sin duda una gran experiencia musical, lo malo es que tardé un tiempo en prestarle atención a las letras de sus canciones, la genialidad de sus melodías era más que suficiente pero siempre me pregunté que trataba de decir tras esa garganta rasposa de Kurt Cobain.

Sus canciones tomaban varios significados, algunas del álbum de "In utero" eran con letras tristes pero melodías algo alegres como el del tema "Dumb", para mi significa una carta de suicidio, como el veía su vida, "All Apologies" era su despedida, de la música y de una generación en sí.

Su música en mis momentos más turbios en mi adolescencia, sus temas me hundía, pero a la vez también me levantaban de esas caídas. Eso me costaba recordar, tal vez porque mi mente quería borrar unos esos recuerdos.

También empezó a sonar las canciones de Soundgarden, Alice in Chains y Pearl Jam.

Canciones en las que en antaño yo cantaba y tocaba hasta sangrar por los dedos, unas horas las cuales dormiría escuchando aquellas obras de arte.

Al poco tiempo me dormí y recordé poco más que escuchar las trece primeras canciones. Desperté en la parada de Torrelavega, me dolía el cuello, y mucho, estaba como si me hubiesen pegado una paliza, no podía mover mi cuello, estaba de un costado, como si tuviese la cabeza inclinada.

Cuando bajé, estiré las piernas porque no me había movido para nada, había una máquina de bebidas cerca del andén, pagué unos tres euros por un café  con leche, para despertar totalmente, me lo pedí sin azúcar.

Estuve un rato con el móvil, mirando las últimas noticias de Santander, chequeando el Instagram y las historias de mis amigos.

Al poco rato nos volvió a llamar el chófer, ya sólo quedaban una media hora de viaje, estaba ya con ganas de echarme en mi cama y disfrutar de un descanso reconfortante.

Volvimos al bus y me puse a disfrutar del paisaje del Cantábrico, mirando un poco a la nada, lo bueno es que mi compañero de asiento se había dormido, al fin se calló.

El viaje empezó a ser más divertido, me reí al ver al calvo de gafas y volteé mi mirada a ver por la ventanilla sin pensar en nada.

El viento era refrescante

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