Me desperté tarde, sobre las 9 de la noche o así y me sentía tremendamente cansado, la siesta no me había sentado para nada bien.
Me levanté del sofá y de repente me dió un mareo, probablemente porque me levanté muy deprisa pero me tambaleaba, tanto que me caí y me di contra la esquina de la mesita que estaba al lado del sofá.
La herida fue grande y el dolor también, no grité ni solté algún sonido de dolor, pero me retorcí en el suelo y maldije en mi mente, estaba tan dolido que golpeé la mesa con un puñetazo, estaba cabreado, me trate de levantar como pude y me fui al baño de la planta baja, encendí las luces y aunque al principio me cegaron la vista poco a poco me fui acostumbrando a su fuerte resplandor.
Cogí el botiquín con los desinfectantes y gasas para poder limpiarme la sangre que brotaba de mi frente.
Me puse alcohol sobre la herida y fui limpiando poco a poco la zona, me ardía mucho y no dudé en soltar algún gemido de dolor. Cuando la zona quedó limpia observé que la zona tenía una pequeña abertura que por suerte no necesitaría sutura, así me libraría de llamar a urgencias o alguna ambulancia.
Así que me coloqué una tirita grande sobre la frente, exactamente en la ceja izquierda, parecía que salía de un combate de UFC, aquello me dio gracia y esbozé una pequeña sonrisa.
Todavía con dolor en la frente saqué Ibuprofeno y me lo tomé para aliviar el dolor. En el botiquín vi unas viejas pastillas, no sabía que todavía las tenía, una cajetilla entera, recuerdo que las había tirado pero por alguna razón estaban todavía ahí, eso me trajo recuerdos no muy buenos del todo, cerré rápidamente la caja ya que no quería abrir el cajón de mierda.
Apagué las luces y todo estaba oscuro, eso me disgustaba, estaba en silencio, reinaba la calma y de repente tenía calor, no me sentía cómodo, quería salir de ahí me abrasaba, me quemaba, noté un dolor en mi nuca y no podía mover el cuello, quería espacio estaba muy exaltado. Entonces corrí como un desgraciado hacia la pileta de la cocina y me lavé la cara estaba aún con esa sensación, me mareaba, el dolor que sentía se hacía más intenso y volví a salir desesperadamente hacia la puerta de la casa, cerré con fuerza y salí sin rumbo alguno.
El frío de la noche me calmaba, después de un tiempo me relajé, me senté sobre un banco de un parque cercano a mi casa, a unos diez o quince minutos, respire profundamente y me encontraba algo más relajado, todavía con algún signo de nerviosismo pero mucho mejor que antes.
Tras varios minutos sentado y contemplando el parque me percaté de que aún estaba con pijama y el pelo desenmarañado.
Pensé que aún no era tarde y fui en busca de un quiosco a por unos cigarrillos, tarde un rato en encontrarlo y cuando entré me volví a dar cuenta de que estaba en pijama y por ende que no llevaba dinero, pero necesitaba esos cigarrillos, no sé porque, en ese entonces era una necesidad, por tanto le supliqué que me fiara los cigarrillos y el mechero, y pagárselo mañana.
El hombre al ver que tenía un estado deplorable y que probablemente pensase que era un yonki (debido a mis ojeras) me dejó llevármelos.
Volví al mismo parque de antes en el mismo sitio y encendí uno, mientras fumaba veía como la vida pasaba ante mis ojos, todo desde la oscuridad de la noche. El humo de mi cigarrillo se reflejaba gracias a la luz de una farola que estaba a mi lado, el resto estaba en pleno oscuridad, mantenía la mente en blanco mientras me lo fumaba, así uno tras otro.
Mientras lo hacía me pregunté porqué me dió ese ataque de ira, ¿O tal vez una crisis de ansiedad? De cualquier forma no sabía a qué se debería, ¿Sería porque vi aquellas pastillas?¿ Por el golpe de antes?¿Cansancio?
No sabía la respuesta en ese entonces, estaba confundido y asustado mientras me fumaba el último de 20 cigarrillos