CAPÍTULO 1.
5:25
—Llegas tarde, Adalia—exclamó como saludo Marina, la dueña del club de lectura al que asistía todas las tardes.
—Creo que eso ya lo sé, buenas tardes Marina.—saludé, tomando asiento en la única silla libre que había; en la que estaba Doris, quería golpear mi cabeza contra todos los parabrisas del universo, Doris es la mujer más habladora que había conocido en mi vida y sus ansias de conversación me ponían de los nervios.
—Como venía diciendo antes de la interrupción, hoy quiero que todas, absolutamente todas expresemos nuestras opiniones de este primer libro del mes y del primer libro de la saga popular de JK Rowling, quien quiera participar puede hacerlo con total libertad.
—Marina yo me voy a tomar la palabra— habló la mujer a mi lado, mientras se levantaba de su silla y se preparaba para leer sus notas.
<<La verdad es que en ningún momento de mi vida pensé que podría llegar a leer este libro y menos a esta saga, puesto que dentro de mí la había estigmatizado como una saga dedicada para niños y la sentía muy larga y poco atractiva. Sin embargo puedo decir que me siento gratamente sorprendida con lo que el mundo de H. potter me ofreció. Desde un principio sentí que esa historia estaba contada para mí, me sentí parte de ese mundo, consideré a los protagonistas como mis amigos, me adentré en la historia de un modo que no lo logra cualquier libro y deseé como nunca entrar para quedarme. Puedo decir fielmente que la vida está llena de sorpresas y situaciones con poca expectación; como el engaño de mi esposo o como esta historia....
—Doris muchas gracias por tu gran intervención, ya hemos hablado muchas veces de cómo tu esposo es un malnacido, aprovecharemos nuestro libro de la semana para asignarle de por vida el apodo del "innombrable"— Intervino Marina antes de que la pobre mujer siguiera sollozando por su ex- esposo. Todas las mujeres en señal de acuerdo empezaron a aplaudir el acertado apodo y yo no pude estar más de acuerdo.
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Una hora después y muchas discusiones más, podía decir que sentía que mi trasero y la silla eran uno solo, esperaba con ansias la última intervención de Magnolia y su extensa descripción de lo gracioso que le parecía el personaje de Hagrid.
Por fin había terminado, tome mi mochila rápidamente y di una lánguida despedida a todas que quedó enterrada en los murmullos de las señoras que conversaban con entusiasmo de la próxima lectura que había designado Marina; era 50 sombras de grey y la verdad es que mi cara se sentía caliente de solo pensar en cada una de ellas leyendo ese libro.La sensación de victoria se sentia en mi torrente sanguíneo, hasta que un grito impidió que se concibiera mi casi salida- desapercibida con éxito.
—¡Adalia!— grita Marina, obligándome a acelerar el paso.
—¡Seis en punto Marina, se acabaron las intervenciones!—grito para que me escuche y me deje ir, trato de no mirar hacia atrás, pero cuando lo hago veo a una Marina corriendo junto a su copia de 50 sombras de grey bajo el brazo, la escena es tan cómica y lo que le sigue que una risa estridente burbujea en mi interior y me obliga a parar.
— Te tengo, te tengo Adalia—trata de hablar Marina con su voz entrecortada y su rizos rojizos pegándose a su frente por el sudor, en un intento de sostenerse y calmar su respiración se sostiene de mi brazo pero la escena se sigue repitiendo en mi cabeza y la risa no se calma haciendo que nos tambaleamos juntas y al final caigamos al piso.
Los transeúntes nos miran todos muy extrañados y es que una señora de cuarenta años con un ejemplar de 5o sombras de grey en su mano, junto a una muchacha joven de sudadera verde, ambas riendo con tanto fervor,en mi caso tratando de sostener mi estómago que duele de tanto reír, debe de ser por seguro una imagen que no esperan evidenciar cuando salen a la calle.
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Han pasado quince minutos desde nuestra caída, mi respiración está mucho más regular pero la sonrisa que dejó el haberme reído tanto, justo como hace mucho tiempo no lo hacía ,no se quita de mi cara y tampoco la sensación en mi estómago como consecuencia de las risas.
El panorama ahora es mucho más calmado Marina y yo estamos sentadas en un puesto de perros calientes esperando a que hagan nuestros pedidos, ambas estamos mirándonos sin querer hablar, solo con la intención de alargar el momento vivido, ambas estamos en la zozobra por saber quien va a ser la primera en hablar y explotar la burbuja de felicidad en la que estábamos hace un momento.
— Tenemos que hablar Adalia, tu madre me ha llamado muchas veces en esta semana, dice que soy la única persona de la que está segura que te puede contactar, me preocupas demasiado, primero porque sé muy bien porque vas todos los días a mi club de lectura y no me parece correcto —dice Marina logrando que mi sonrisa decaiga al instante, mi mirada se aparte de sus ojos y una sonrisa insolente se pose en mis labios.
—Según tú ¿cual es mi razón entonces? siento y pienso firmemente Marina, que estamos jugando a ver problemas donde no los hay, no hablo con mi madre todos los días porque para eso me emancipe y porque tengo una vida.
<< No hay ningún problema, ya me tengo que ir igual y se me hace tarde para tomar el metro.— me despido, tomo mi mochila y sacó del bolsillo el dinero del perro caliente que no pienso quedarme a comer, sin mirar atrás .
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Hasta que las estrellas dejen de brillar.
Teen FictionSomos tan extraños Que nos conocimos en Constelaciones diferentes Y, bajamos a la tierra para Mirarnos solamente, Unos días, unos meses.