CAPÍTULO 2.
Dante, Dante, Dante.
Un bastardo de mala suerte y lo que le sigue..
Todos esperarían que alguien con el nombre Dante sea amable, servicial y bondadoso la verdad es que todas esas mierdas de cortesía hipócritas me las paso por el culo. Me sienta como una patada en el estómago: las mañanas, los lunes, los domingos, las tardes, la gente masticando, los besos en la mejilla para saludar, el ruido, los vegetales, los gritos, las presentaciones incómodas, la gente despidiéndose, la gente que corre en la calle sin contexto, la gente que quiere tocar mi cara, la gente que siempre quiere hablar, la gente que nunca habla.
La verdad es que la gente en su mayoría me sienta como una patada en el estómago.
Por eso la mayoría del tiempo me la paso en la biblioteca y aunque suene como un cerebrito o alguien inteligente, la verdad es que no soy nada de eso; solo me gusta leer.
Como en estos momentos que estoy en camino a la biblioteca que queda cerca de mi casa, es bonita y acogedora, siempre está lleno de universitarios que aprovechan el tiempo para terminar sus deberes. Debido a esto diseñe una estrategia efectiva para evitarlos, vine todos los días a diferentes horas en la misma semana y cree un horario exacto de acuerdo a la concurrencia de universitarios, luego me encargue de clasificarlos: en ruidosos, habladores, callados, solitarios, con pareja, raros, no tan raros...—un poco obsesivo para ser sinceros pero necesario más que necesario—.
Solo para llegar a la hora perfecta, siempre puntual, la hora dorada.
Al llegar lo primero que puedo ver es el escaparate desgastado con el nombre de la librería "The old town bookshop" junto con la entrada y sus paredes pintadas de azul, también tiene pequeña estantería que hace de puerta con algunos libros desgastados que le dan un aspecto vintage y retro, algunas luces doradas sobresalen de las repisas. Repisas repletas de libros de todos los géneros, tamaños, autores; mejor conocido y designado por mi como el paraíso.
Actualmente estoy leyendo un libro de Dawn brown "ángeles y demonios" y literalmente me está costando como el demonio avanzar, así que trato de enfocarme en mi asiento y sacar mis audífonos y reproducir música instrumental de fondo.
He podido avanzar al menos 100 páginas cuando una risa estridente me hace levantar la cabeza, una señora pelirroja está leyendo un ejemplar de 50 sombras de grey, con las mejillas sonrojadas, parece tan enfocada que no se toma el tiempo ni de ocultar el título del libro, cuando la mitad de la población conoce el libro y las películas por consiguiente conoce que trata de sexo. Me molesta la interrupción y trato de retomar la parte del libro en el que iba pero cada vez se me dificulta más, como última opción me levanto enojado al mismo tiempo que la señora toma su bolsa y sale de la librería.
Camino a la par de la señor a paso rápido, cuando escucho cómo me habla.
—¿Siempre vas tan apurado?— habla la desconocida, como si me conociera o como si el hecho de ir a la misma librería nos convirtiera en amigos inmediatamente.
—Estoy caminando normal, quizás desde mi perspectiva usted va muy lento.
—No lo creo, sabría si estoy o no caminando muy lento.—responde, tratando de alcanzarme porque ahora le estoy dando mi espalda y no pienso reducir la velocidad de mis pasos.
— Bueno, pues yo creo que sabría si estoy o no caminando muy rápido.
— Responder a una afirmación con mis propias frases, estas a la defensiva.—declara orgullosa de sí misma, como si hubiera hecho alguna clase de hallazgo.
— Esto es turbio señora, en serio creo que yo voy a seguir caminando y en la avenida voy a voltear hacia la otra intersección, para perderla de vista.—hablo, tratando de que entienda lo incómodo que está siendo esto, en serio la señora tiene un libro de 50 sombras de Grey. no soy de esas personas que juzga a otras por lo que lee, pero bueno, la señora me habló de la nada ya de por sí es rara.
—Me recuerdas mucho a alguien,siempre tan a la defensiva con el mundo.
—No creo que haya nadie como yo, se lo puedo asegurar—digo, poniendo los ojos en blanco aprovechando que está viendo mi espalda y no puede percatarse del gesto.
—Yo creo que sí, solo recuerda que entre más gruesa la armadura más frágil es quien la lleva.—grita para que la escuche, porque ya le perdí el paso.
La gente es rara, en serio ya no quiero saber en qué contexto tomar esa última frase ¿quien se despide así? solo alguien que me acaba de cagar la puta tarde, ya quiero saber quien es la otra persona que se parece a mi; porque yo no me parezco a nadie. Me caga la gente que se cree con la capacidad de psicoanalizarte por tres palabras compartidas, ¿que hubiera pasado en el caso en el que yo fuera una persona amable que desborda amor, social y abierta y que simplemente había pasado por un mal día por lo mismo no quería hablar con nadie y menos con una extraña pervertida?
Es decir supongamos porque no es el caso, la positividad no es mi fuerte.
ESTÁS LEYENDO
Hasta que las estrellas dejen de brillar.
Novela JuvenilSomos tan extraños Que nos conocimos en Constelaciones diferentes Y, bajamos a la tierra para Mirarnos solamente, Unos días, unos meses.