En el penthouse del hotel Taiyo, uno de los más importantes de Tomoeda, los dos guardianes miraban disimuladamente a su amo. El pelinegro se había plantado en el sillón junto al teléfono, hacía al menos tres horas, aparentando estar tranquilo mientras leía un libro, pero era más que evidente su nerviosismo y expectativa, de otra forma esas páginas no pasarían a esa velocidad. Ya había cortado cuatro llamadas desde Londres después de escuchar el nombre de quien llamaba, con la excusa de que esperaba una llamada importante.
Nakuru daba vueltas en pijama por la sala mientras peinaba su cabello y Spinel leía tirado en un sillón frente al mago.
―¿Nos vas a decir que esperas? Me pones nerviosa ―se quejó finalmente la castaña.
―Vaya, te tardaste en preguntar ―respondió el inglés sin despegar los ojos del libro― y, no, no te voy a decir así que puedes ir a dormir ―agregó en un tono un tanto molesto.
La castaña lo miró con algo de recelo y comenzó a caminar hacia su habitación.
―A mí también me preocupa ―concluyó la castaña en un tono molesto sin voltear a verlo, dándole a entender que sabía más de lo que él le contaba, y sin más se perdió por el pasillo hacía su habitación.
―Sabes que Nakuru quiere mucho a Tomoyo… y es más que obvio que estamos aquí por ella ―dijo Spinel en un tono despreocupado sin levantar sus ojos del libro.
―Por lo visto no es la única que se preocupa ―exclamó el inglés mirando al pequeño guardián, que levantó la vista del libro al sentí la mirada de Eriol sobre él― llevas demasiado tiempo leyendo la misma página Spinel ―el guardián no cambio su expresión seria, y sin darle importancia a las palabras de su amo volvió a centrarse en el libro.
Eriol suspiró y finalmente decidió dejar aquel lugar, se puso de pie y se encamino hacia el balcón, el frio aire de la noche lo ayudaría a calmarse. Nuevamente no podía sacar de su cabeza a esa mujer de ojos amatistas, tenía tantas preguntas y sin importar lo que hiciera no conseguía respuestas. Centró sus ojos en las luces que delimitaban las calles, sentía el irremediable deseo de correr y no detenerse hasta tener a Tomoyo entre sus brazos, de repente el sonido del teléfono lo trajo a la realidad y antes del cuarto timbre el inglés estaba saltando el sillón para contestar.
―Hola ―dijo como si nada ante la sorprendida mirada de Spinel y Nakuru, que volvía a estar de pie en el pasillo, la actitud de su amo no dejaba de llamarles la atención. Pero Eriol ni los noto―, hola ―volvió a decir al no obtener respuesta del otro lado. Escuchó un suspiro de alivio al otro lado del teléfono y su corazón dio un brinco.
―Eriol… necesito tu ayuda ―dijo la voz un tanto temblorosa de Tomoyo. Si al escuchar aquel suspiro su corazón brincó ahora estaba a punto de escapar de su pecho.
―¿Dónde estás? ―fue todo lo que pudo decir.
―En tu antigua mansión, no sé si sigue siendo tuya, pero no sabía a donde ir o que hacer ―respondió con algo de dificultad la muchacha. Al escuchar esto, un suspiro se escapó de los labios de Eriol.
―Todavía es mía, no te muevas de ahí, voy para allá.
―Gracias Eriol.
―Estaré allí tan rápido como pueda.
―Ok… te espero ―fue lo último que escuchó antes de que Tomoyo colgara.
―¿Qué sucedió? ¿Está bien? ―preguntó una preocupada Nakuru mientras se acercaba a Eriol.
―No lo sé, tengo que irme, por más protección que tenga la mansión no es conveniente que este sola ―respondió el inglés mientras tomaba las llaves del auto, que le habían dado en la empresa, y se encaminaba a la puerta― Nakuru quédate aquí, quiero que vallas mañana a la mansión… si alguien me busca estoy ocupado y no los puedo atender ―concluyó antes de que la guardiana explotara en preguntas é insistiera para ir con él, y sin más salió dando un portazo.
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Por ti
FanfictionLlanto, recuerdo, golpes y una suplica silenciosa. La vida de Tomoyo Daidouji es una pesadilla, ha perdido todo y nadie puede ayudarla... O eso creia ella, pues con la llegada de sierto inglés, que en algun momento de su vida le robo el corazón, s...