Salud (parte 1)

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Toda la mañana, Gaius se mantenía en brazos de un profundo sueño, el mismo que no le dejaba saber lo que estaba pasando

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Toda la mañana, Gaius se mantenía en brazos de un profundo sueño, el mismo que no le dejaba saber lo que estaba pasando.

En cambio, Gwen -que había regresado para ver a Merlín y a Gaius-, se encontró con el pánico de Arthur, con sus caballeros saliendo y entrando en pares, anunciando sus avances de la búsqueda de Merlín. Las respuestas siempre eran las mismas: no hay nada, señor.

Arthur le da explicaciones a Gwen, y no puede evitar sentirse también asustada, aun así, se dedica a ofrecerle palabras tranquilizantes a su príncipe.

Pero, justo ahora, cualquier consuelo para Arthur es casi en vano. Con semejante presión, lo es. ¿Y cómo no tenerla?, si Merlín había desaparecido en cuestión de segundos (y no sabía si estaba bien, si había despertado, si había sido raptado, si su enfermedad había empeorado). Sin olvidar que las familias de los enfermos sufrían por su ser querido. Y ellos, los infectados, estaban en estado crítico, empezando por Gaius, y dicho eso, si el médico de la corte de Camelot estaba indispuesto, entonces nadie podría ser salvo ahora.

Por eso, solicita a su propio padre que le sea escuchado, porque se le ha ocurrido algo que posiblemente podría mejorar la situación:

—La única opción es ir a otro reino y solicitar los servicios de su médico.

—Imposible. Te lo prohíbo —le dijo su padre—. Pensarán que somos débiles.

-—¿Entonces, que pasará con ellos? —¿Qué pasará con Merlín? También quiso decir. Se sentía bastante exasperado.

—Lo que tiene que pasar: ¡Qué los aíslen!, así no podrán contagiar a los demás.

Morgana al escuchar eso, intervino rápidamente.

—No puedes hacer eso...

—¡Soy el rey!

—Estás dejándolos morir, como si fueran nada —el rey solo le respondió con una mirada furiosa, que le advertía mejor callar, pero ella no desistió— ¿Qué hay de Gaius?

El rey quedó en silencio.

"¿Qué hay de Gaius?" También se preguntó internamente. ¿No era su amigo? ¿No era cómplice de su mayor secreto?...

—También enciérrenlo.

Morgana lo vio con rabia, e impulsada por ella salió del salón principal para ir a su cámara. Mientras tanto, Arthur quedó igualmente en silencio, a veces, solo a veces, le decepcionada esa actitud tan gélida de su padre.

Uther Pendragon, suspira ya cansado y se cuestiona internamente. Entre sus propios dilemas, ve a su hijo: su postura recta y firme le decía que todo estaba perfectamente bien con el muchacho. Pero su rostro, sus ojos raramente divagantes, sus labios preocupados y su entrecejo afligido. Todo ello era apenas perceptible, pero era su padre y conocía que algo le aquejaba a su unigénito y supone que la razón, es el tema de la conversación reciente.

—Aprecio a Gaius, pero entiende, hijo, el pueblo es primero. Algún día serás rey y quiero que aprendas que a veces tendrás que sacrificar, por mucho que duela, algunas cosas.

Él lo sabía, sin embargo, su urgencia para encontrar a Merlín hacía neblina con otros datos importantes. No escuchaba del todo a su padre. Uther Pendragon, dándose cuenta, prefirió cambiar la dirección de la conversación hacia la ropa desarreglada y mal cuidada de su hijo.

—Ese sirviente tuyo, ¿dónde está? No está haciendo un buen trabajo, no entiendo porque insistes en conservarlo.

Arthur no respondió y solo anunció tener cosas que hacer y se retiró después.

Fue inmediatamente con Morgana, a quien pidió de favor, que discretamente -muy discretamente-, fuera al reino del norte (el más cercano) y pidiese los servicios de uno de sus médicos. Que pidiera que analizara a sus enfermos e hiciera todo lo que estuviera al alcance para hacerlos salvos.

En cuanto a él, iría por Merlín, a dónde fuera, a dónde sea necesario. Cielo o infierno, él iría y le rescataría.

—Puedo traer eficazmente a los mejores médicos de cada reino, pero no creo que sirva de mucho, tú bien sabes cuál es la solución.

Arthur la mira. Mirada mitad miedo, mitad esperanza. Pero asiente, entendiendo lo que tiene que hacer.

Sale de Camelot montando un caballo blanco, lo hace con rapidez y discreción (supone que su padre habrá dado la orden de no dejarlo salir), todo en una combinación perfecta, fruto de sus años de entrenamiento.

Va veloz, y menos sigiloso una vez que sale de Camelot y burla su propia seguridad. Por cada galope, no sabe si está más cerca o más lejos de encontrarlo. No sabe dónde empezar, pero aun así comienza a buscar huellas, rastros, lo que sea que entre líneas diga "Merlín". Va avanzando junto con los minutos y solo así, ve de lejos una pequeña colina. Se dirige hacia ella, porque si toda hipótesis de Morgana era cierta, si los libros de Gaius siempre decían la verdad, si él estaba recordando bien y si Merlín no era tan desgraciado como para hacerle la vida más complicada, entonces, ahí estaba aquella criatura y donde estuviera ella, estaba Merlín.

Ya con más esperanza de encontrarlo, aceleró el paso de su caballo y se acercó a los pies de esa colina. Estaba por subir, cuando una voz  casi melódica le dice, como si fuese el viento el que hablara: Te estaba esperando, Arthur Pendragon.

🌈No te amo, pero siempre lo haréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora