Serenidad

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La noche pasa junto con dulces besos, sus manos entrelazadas y confesiones vergonzosas pero necesarias

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La noche pasa junto con dulces besos, sus manos entrelazadas y confesiones vergonzosas pero necesarias.

En esta época del año, el frío realmente cobra fuerza. Así que tuvieron la necesidad de hacer una fogata y quedarse juntos, muy juntos, durante toda la noche.

Todo les parecía tan tranquilo, estando los dos solos. Nadie podía mirarlos con extrañeza o juzgarlos. Nadie podía decirles que "no" a sus sentimientos.

La paz y el amor, eran los reyes de aquel mundo que juntos habían construido esa noche.

Pero en algún momento tenían que volver a la realidad y eso pasó cuando llegó el alba.

Sabían que tenían que regresar a Camelot, su príncipe no podría desaparecer así como así (aunque lo consideró).

Apagaron la fogata y el ensueño y junto con su realidad, cabalgaron hacia sus hogares.

Y en el camino, conversando se dieron cuenta que necesitaban más de esto. Llegaron a un pacto: estar tan juntos, mientras no hubiera testigos.

Nadie notó que se habían ido y que habían regresado. Todo seguía tan normal como antes.

Fingieron haber dormido en sus habitaciones toda la noche, y cuando ya todo el mundo estaba despierto, actuaron también haberlo hecho a su tiempo.

Todo el día estuvieron somnolientos, pues, entre tanta ensoñación, olvidaron dormir de verdad.

La noche llega de nuevo, y Merlín no se marcha de la cámara de Arthur. Tampoco el príncipe se molesta por correrlo de ahí. El plan era quedarse esa noche juntos, y mañana se repetiría lo mismo, y el día después también.

Y eso pasa, todas las noches se quedan juntos. A veces conversan hasta que a alguno de los dos quede dormido. A veces -muy pocas veces, porque aún tenían vergüenza de hacerlo-, dormían juntos y tomándose de la mano.

Los besos no los olvidan, y cada noche se regalan dos o tres. A veces suaves y a veces más poderosos.

Pasa un mes en Camelot, y estos dos chicos se hacen expertos en escabullirse, en decir excusas, en fingir que no se amaban.

La noche la tomaron específicamente para ellos. Y al creer que no era suficiente, comenzaron a crear más escenas actuadas, dónde "ir a cazar" realmente significaba "vayamos a dar un paseo", "ve a limpiar mis establos" era "te espero ahí" y aunque Merlín de hecho si terminaba por limpiar el lugar, Arthur se quedaba con él, haciendo bromas, dándole un fugaz beso o haciéndole más alegre su día.

"Merlín, tráeme de comer" era "Comamos juntos, pero antes cierra y asegura la puerta".

"¿Se le ofrece algo más, señor?", era "¿Podré quedarme esta noche?"

Construyeron un mundo secreto, dónde los dos eran felices.

Claro que, hubieran preferido no estar siempre a escondidas, con el temor de ser descubiertos, de mirar por todos lados antes de darse un beso. Pero estaba bien, por el momento, todo estaba bien.

De hecho, Merlín se sentía muy seguro de lo que tenían, que decidió que quizá muy pronto le confesaría a Arthur su otro secreto. Le diría que tenía magia.

Los días no se detenían, y pasaba uno tras otro.

Aunque no estaba en sus planes, entre tanta alegría, algunas personas (personas especiales y cercanas a ellos) notaron que pasaba algo.

El primero en hacerlo fue Gaius, quien notó que al decir "Arthur", a Merlín le brillaban los ojos, en vez de cristalizarse.

Lo encaró, preguntó directamente y Merlín no pudo ocultárselo, finalmente sabía de sobra que Gaius podía guardar secretos grandes.

Gaius primero se enserio y le habló de los peligros que corrían ambos. Luego, abrazó feliz a su muchacho, diciéndole lo mucho que le agradaba que los dos estuvieran felices.

Lo mejor pasó al día siguiente de ese momento. Porque, Gaius -quien consideraba a Merlín el hijo que nunca tuvo-, se encargó de hacerle saber a Arthur, que no era buena idea hacer sufrir a Merlín, porque era un anciano sí, pero un anciano que sabía de muchas cosas.

Luego simplemente rió y palmeo gentilmente la espalda de Arthur (que por palabras de Merlín, se enteró que Gaius sabía de sus secretos). Arthur también rió y el hombre adulto le hizo saber que solo estaba bromeando. En realidad decía la verdad, pero no tenía que olvidar que estaba hablando con su príncipe.

La segunda persona en enterarse fue Morgana, quien al convivir tanto tiempo con Arthur, supo que algo pasaba si este estaba de buen humor tan seguido.

Lo encaró una noche, y las noches ya eran de Merlín y Arthur. Así que cuando entró a la cámara de Arthur, supo inmediatamente lo que pasaba. ¿Y cómo no saberlo?, si ambos estaban recostados, muy juntos y tomados de la mano.

Morgana solo sonrió muy feliz y los felicitó a ambos. Les dijo que su secreto estaba seguro y que podían considerarla una aliada.

Después advirtió que tuvieran más cuidado, pues hubiera sido un desastre si alguien más hubiera entrado por esa puerta.

Cómo Morgana ya estaba bien informada de lo que pasaba. Gwen fue la siguiente en saberlo y al igual que Morgana, se convirtió en una aliada de sus escapadas y excusas. Incluso, de vez en vez, Gaius también ayudaba.

Y ahora, habían tres personas que se alegraban por ellos y que formaban parte de ese mundo secreto.

Así que, todo estaba muy bien. El sol brillaba siempre para ellos y desearon que siempre fuera así.

🌈No te amo, pero siempre lo haréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora