El cambiaformas lobo Lee Donghyuck es el típico friki de los videojuegos, malo en los deportes y del tipo solitario. Sin embargo, como buen alfa, hace lo que se le sale de la polla. Por eso, se mudó solo a Seúl a estudiar Ingeniería Civil Informátic...
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Suspiró cansado por enésima vez en día, rodando los ojos con evidente aburrimiento mientras la menuda jovencita terminaba de añadirle glitter a su ya excesivamente maquillado pecho. Agradeció de forma neutra cuando esta se retiró y volvió a caminar hasta el centro del set. Llevaba tres horas y media de la sesión de fotos más aburrida que había tenido en semanas, siguiendo las instrucciones de un camarógrafo que nunca le dio buena espina, pero que pagaba altas sumas de dinero por su imagen. Así que se tragó sus ganas de mandar todo a la mierda y se sacó la bata que cubría su cuerpo desnudo, sentándose en los cojines en tonos pasteles que yacían regados en el suelo a esperar nuevas indicaciones para posar. Dinero era dinero, y por la mirada que le dedicó Jeno, su representante, supo que debía sonreír más y bufar menos por los siguientes quince minutos.
— ¡Y eso es todo!- Anunció finalmente el productor, aplaudiendo junto al resto del staff al mismo tiempo que apagaban las luces.
—Buen trabajo, Renjun.- Le dijo el fotógrafo a medida que se acercaba a él con una sonrisa de lo más tétrica.- Como siempre, magnífico.
— Muchas gracias, señor Kim. Como siempre, un placer trabajar para ustedes- Le respondió en su lugar Jeno, un hombre alto, buenmozo, de porte elegante, vestido en un traje de dos piezas azul oscuro que le sentaba de puta madre.—Si no le molesta, ¿podría acompañarme a la oficina a ver los últimos detalles de este trabajo?
El hombre asintió de mala gana, con el ceño fruncido, molesto por la interrupción.
—Cuando Renjun ya esté vestido podrán continuar con su conversación.
Eso fue lo último que dijo el hombre antes de extenderle la bata y llevarse al vejestorio de allí, probablemente para cobrarle. Sin ninguna gana se cubrió y caminó hasta el camerino. Quería tomar una ducha y sacarse toda esa base blanca y sombras con brillitos que le habían esparcido por toda la piel, como si el color lechoso natural de esta no fuera suficiente. Tardó exactamente diez minutos en bañarse y otros cinco en cambiarse a sus vaqueros rasgados y su chaleco tejido azul, para luego pararse frente al espejo y peinar su cabello rojo que caía gentilmente sobre su rostro recién lavado, sus ojos castaños brillantes siendo parcialmente tapados por los mechones pelirrojos.
— Una lástima que ya no traigas maquillaje.- Dijo una voz a sus espaldas- Ver tu rostro al natural me causa escalofríos.-
—Pues a mí me da nauseas escuchar cómo te follas a las actrices en el estudio de al lado y no voy por ahí quejándome.-
—Que malas pulgas estas. ¿Celoso?
—Más bien, asqueado. No sé cómo tienen el estómago para tener sexo con un alfa egocéntrico como tú.- Soltó con una sonrisa de medio lado. -
