❪ 𝗳𝗶𝗻 ❫

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Julio 1, 2O21

Noe,

Era 9 de diciembre de 2O2O. esperaba mi siguiente clase, descansando por unos minutos sobre mi cama cuando mi hermana me observo confundida.

"¿No es esa la voz de Noe?" pregunto confundiendome también. Fruncí el ceño antes de mirarle.

"¿Qué?" cuestione de vuelta, ella se quedó callada por unos segundos.

"Alguien grita tu nombre" negué con obviedad, pero después de todo ella era bastante insistente "Si, es Noe, le escucho" volvió a pronunciar.

"Noe no vendría y gritaría afuera, me enviaría un mensaje antes, siempre lo hace" trate de restarle importancia y por un segundo incluso ella se había convencido de eso.

Volví a recostarme sobre mi cama. Pero bastaron unos segundos para ver cómo se levantaba de la suya para salir rumbo a la puerta principal, rodé los ojos ignorando sus acciones.

"¡ALEX!" la escuché gritar segundos después, bufé levantandome otra vez, escuché la puerta abrirse "Si era Noe" aquellas tres palabras fueron suficientes para que toda la flojera que tenía, desapareciera.

Salí de mi habitación a paso rápido y te vi. Tus mejillas estaban empapadas en lágrimas, rojas como la punta de tu nariz también se encontraba. Mi corazón se estrujó al verte así, me acerque y te envolví en mis brazos, escuchando como sollozabas con fuerza.

"Vamos, a mi habitación" te dije, mi madre nos veía desde la cocina, más no dijo nada al ver cómo solo asentias y me seguías.

Cuando te pedí que me explicarás, la molestia se instaló en mi, era nuevamente por tu familia. Sabía que tenías problemas con ellos, hacia menos de una semana que estuvimos hasta las dos de la mañana en una llamada, mientras trataba de explicarte matemáticas para que tú madre no se molestará contigo.

Pero está vez, habían cruzado un límite que no sabía que habíamos marcado, y sin notarlo, yo lo cruce contigo. Te habían lastimado Noe, te habían hecho daño, se habían atrevido a ponerte las manos encima, y te habían hecho sentir como uno de los seres con menos valor que podía haber en esta tierra. Y como había sido a ti a quien le habían hecho daño, me sentía mal, como si todo aquello me lo hubieran hecho a mí también.

Tengo ese día grabado en mi memoria, y si pudiera narrar cada detalle, lo haría. Repitiendo las mismas palabras una y otra vez, pero a los demás no les importaría saberlo, porque cuando mi casa estuvo rodeada de policías fue mi familia quien te defendía.

Porque cuando tu tía acuso a mi madre de secuestrarte frente a los oficiales, era yo quien te cubría con mi cuerpo, escuchando como sollozabas cada vez más fuerte.

Porque cuando subiste al auto de la policía, era mi hermana quien te protegía.

Durante todo ese día, mantuve contacto con tu padre, a pesar de encontrarse lejos de ti en ese momento, sabía que te sentías más protegida con el. Y si mudarte con el, a cientos de kilómetros de mi, te ayudaría, estaba dispuesta a soportarlos.

Pero, irónicamente, no fue así.

Cuando salieron de la estación, tu madre apenas me miro, quién asegurabas horas antes que confiaba plenamente en nuestra amistad, sabía que me detestaba desde ese momento.

Esa misma noche, cuando mi mamá hablaba con tu padre, sentía que había sido nuestra última vez juntas. Sabía que todo se había marchitado.

Los primeros días me enteré que te habían quitado todo tipo de comunicación. Tu celular, tu computadora... Y claro, yo estaba claramente prohibida como opciones para hablar.

𝗰𝗮𝗿𝘁𝗮𝘀 𝗮 𝗡𝗼𝗲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora