-¡Estoy harta de esta mierda, Esteban!
-Cálmate cariño.
-¡¿Cuál cariño ni cual nada?! ¡Vaya a decirle cariño a la vieja esa!
-¿Porque sigues con eso?
-No me vengas con eso ahora Esteban. Ella no tenía que llamar a esta hora y decirte amor. ¡Largo!
-Pero...
-¡Que se largue de la casa pedazo de mierda!
-¿Por qué no me quieres escuchar?
Ella comenzó a lanzar cosas y botó todo lo de los cajones... En una maleta, ella suponía.
El gato chilló.
Ella comenzó a golpearlo.
Él se enfadó.
-¡Bueno! No tienes por qué golpearme.
Ella continuó y el gato chilló más seguido.
-¡Está bien, quieres que me largue, pues me voy!
Ella se queda tendida en la cama, rabiando.
Él cierra de un portazo.
Ella maldice entre lágrimas hasta caer dormida.
...Después de un largo día de trabajo llega a casa agotada. El lugar se encuentra solo desde que los niños viven con la abuela, ella lo prefirió, así. No le parecía correcto que sus hijos presenciaran sus escenas de desesperación. Ella no sería como su madre. O al menos eso pretendía.
Pero después de esa escena, de haberse tratado mutuamente mal no quedaba más que un divorcio. Ya no lo podía evitar.
Varias lágrimas se derramarían. Sus hijos la odirarían por el resto de su vida mientras Esteban los compraba/malcriaba con múltiples regalos, salidas y menos normas en casa.
Fallé
Tanto que luchó por alejarse de todo, en vano. Pero ahora no la culpaba a ella. Se culpaba a sí misma por haber creído que existía la mínima posibilidad de amar y ser amada. Se culpaba por haber sido una idiota. Lo culpaba a él por serlo aún más. ...
Los niños escogieron quedarse con su padre.
Su madre sólo se sentía decepcionada. Como siempre.
Ahora. Vuelve a casa con una botella en la mano y gotas negras en los ojos.