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Suficiente tenía con las lágrimas que derramó en la tarde delante de su familia y con eso demostró sólo que seguía siendo un niño ingenuo que necesita la protección de su familia. 

Bastante le costó hacer que su familia lo dejará sólo por temor a que hiciera algo estúpido por un desamor; siempre debía estar acompañado de alguien hasta para ir al baño.

No podía creer que pensarán que era tan tonto y que una situación así podría llevarlo al suicido, 

Xiao Zhan era consciente del regalo maravilloso de la vida y todo lo que concierne a ello, tenía muchos proyectos que realizar, sueños por cumplir.

Nunca culpes a nadie por pensar de esa manera, ya que sabía que él mismo se comportaba infantilmente todo el tiempo y sus seres queridos sacaron sus propias conclusiones.

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Por otro lado Wang Yibo estaba en un terrible dilema. Sabía que Ji Yang tenía razón y no debía sacar conclusiones sin saber las razones de la otra parte, pero por otro lado estaba que hervía de cólera al saber que aquel pelinegro mintió vilmente. 

Después de tantas vueltas al asunto, decidió ir al baño para refrescarse un poco y deshacerse de las miradas nada disimuladas que todos le dirigían sin ningún reparo. Odiaba que tuvieran lástima y sobre todo que le recordarán «te lo dije».  

Caminando por el pasillo distraídamente, pudo ver la silueta de su hermano hablando con su prometido pero la forma en que se encontraban llamó un poco su atención.

Xiao Cheng se veía enojado y exasperado, lo cual no era novedad ya que la mayoría de veces tenía ese rostro de mierda que irritaba en demasía a cualquiera.

No podía creer como su hermano pudo encontrar algo lindo en él, ya que a su juicio propio parecía que tenía siempre un palo enterrado en el culo por tener una cara tan amargada.

Podía apostar y estaba seguro que su hermano hizo alguna estupidez típica de él, y que tal vez estaban tratando de resolver sus diferencias, pues a pesar de todo no podía negar que ambos se amaban.

Decidido a regresar al baño, fijó su camino al pasillo pero al moverse ligeramente, vislumbra una silueta familiar a pocos metros de la pareja, pero hubo algo que llamó mucho su atención y era ver a su hermana tratando de hablar con Xiao Ziyi.

Observando minuciosamente el panorama, Wang Yibo pudo ver que su hermana estaba mordiéndose la lengua para no contestar agresivamente como era su especialidad, aquello era realmente extraño ya que ni siquiera tenía paciencia con ellos mismos. 

Ni los pobres trabajadores escapaban de su genio de mierda que se cargaba cuando hacían algo mal, incluso la prima Yifei preferiría estar en un convento de monjas que soportar la furia descontrolada de «Leviatán», como suele llamarla de cariño. 

Cada minuto Wang Yibo entendía menos el contexto, lo poco que llegó a entender y con ayuda de la iluminación de un foco, era que estaban hablando del difunto marido de Xiao Ziyi, pero ¿Qué tenía que ver un muerto aquí?... fue una de las preguntas que rondaban en su cabecita y al parecer había un secreto de por medio, porque al parecer Ziyi estaba sacándole en cara que era su amiga y debió contarle todo.

Wang Yibo sabía perfectamente que su hermana no era de las personas que se enojaba fácilmente, tenias que joderla en grande ya que mayormente suele ser calmada y serena más que su hermano Haikuan, a veces pensaba que su hermano era adoptado ya que no se parecían en nada a su hermana o él en lo que respecta al temperamento característico de la familia, en cambio era todo lo contrario a ellos, pero después recordaba que era el vivo reflejo del abuelo y se olvida automáticamente de su tonta teoría.

Encuentros del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora