Libro de Especiales

"SAN VALENTIN"

¡Oh, no! Cupido se... ¿¡Equivocó!?
I

Norte, sur, este, oeste... A dónde quiera que sus ojos cristalinos viajaran siempre era el mismo entorno, sin importar qué o el por qué. Su visión únicamente le traerá un color azul con diferentes tonalidades y nubes para ver. Suspiró con cansancio.

Sin duda; y de un segundo a otro, su vida; había cambiado...

Y aquella persona o ser viviente que dijera (mencionara) que tus errores se cobran en los aposentos de Hades no ha conocido el castigo divino, ese mismo que tú te otorgas a cargo de tus pecados, uno que inconsciente o conscientemente te impones y lo sigues al pie de la letra... Ese, era el peor de todos.

Un aleteo lo saca de su divagación, ahí tanto a su diestra como izquierda, observa a sus lacayos, o querubines -ya que ese fue el nombre otorgado por los mundanos, para esas criaturas a su servicio-, los cuales muchos confunden con los sirvientes de dios, pero en realidad son más parecidos a las hadas. Siguiendo con su observación, se percata de que sus lacayos lo ignoran; ellos sienten que él los defraudo. No obstante; sabe lo que los demás seres místicos dicen de él, pero los únicos seres que conocen la verdad lo miran con indiferencia y dos de ellas lo aniquilan con crueldad. Con sinceridad el confirma a esos dos seres crueles. Sus actos no sólo fueron descuidados, sino; y más bien, acabaron con una comunidad entera, bueno, con gran parte de ella.

En fin... Está cansado.

Harto de ver lo mismo y no poder hacer su trabajo. Pero él, por más que quiera no puede hacerlo.

Y todo por un error, un simple mal cálculo de amor fue el desastre de su vida eterna, aún recuerda ese día; mismo que está calcado en su alma de la misma forma que sus alas lo están en su espalda.

Se estira en la nube y mira al norte. Ahí por encima de su cabeza: en algún sitio, más arriba de la superficie del cielo. Papá Noel se prepara para su época del año. Las notas de todos los niños del mundo y otros mundos, le llegan como si fueran un centro de quejas, una tras otra, y, otra. En el sur todos se divierten, están haciendo lo que él antes más amaba hacer. Visitar los mundos...

Cierra sus ojos, suspira y deja sus sentidos morir. Una opresión llega a su tórax, así con los parpados apagados siente la humedad en sus pestañas; bañando su rostro pálido. Duele; quema el no poder unir almas, su sentir le grita a que cumpla su trabajo, pero no puede. Sus alas ahora negras se agitan con fuerza, más la razón tiene conciencia de que es en vano todo su esfuerzo, las cadenas que nadie ve lo dejan tumbado en esa nube que poco a poco se va acabando como él lo hace con el pasar de los años. Recuerda que su creador una vez le contó la historia de amor y desamor... Él deseo poder ayudar a desamor, pero, ahora entiende la mirada llena de ternura de su creador, ahora comprende el gran abrazo que le dio cuando se evaporó.

La realidad lo golpeo fuerte al no sentir el llamado de sus flechas, era momento, tendrá que pedir una audiencia con el supremo, tendrá que hacer un recorrido con todos sus lacayos y los encarcelados, para poder encontrar al nuevo cupido...

Sus alas negras pronto se marchitarás y desaparecerán de su espalda, estaba a punto de convertirse en desamor, así como su maestro lo hizo, así como cada amor a echo desde los comienzos de la eternidad, aunque él creía durar mucho tiempo, su maestro se lo había comentado, él tenía el ojo de aquel rey, de aquella leyenda, pero no; sólo fue suerte, sólo fue... Suerte el haber sido cupido, él no era más que un preso, un condenado que no entró en los otros mundos y vago por el mundo etéreo, pero ahora y con pocos años de haber sido amor, se transformaría en su contraparte, más rápido que el quinto desamor.

Otro latido y desea que el nuevo cupido sea mejor que él. Que no cometa un error cómo él lo hizo, ese error que le costará más que la vida...

Aún lo recuerda y sus ojos se oscurecen por la ignorancia...