Capitulo 2

376 21 5
                                    


La guerra es inevitable lamentablemente, de un modo u otro la raza humana creará su propia extinción y el día que eso pase estaré preparada

En mi mente se desataba una batalla, algo así como el bien y el mal pero esta vez era la realidad contra la fantasía, han pasado varios días desde que conocí a Marcus, no he tenido contacto con él ni con nadie más además de Máxime, por más que usaba mi mente brillante no podía materializar un campo de fuerza, se supone que son simples dígitos, o tal vez sea cuestión de magia y fe, dos cosas en las que aunque suene contradictorio no creía

hace algunos años tuve un mentor, un científico cuyo único propósito era pasar sus conocimientos a alguien que hiciera buen uso de ellos, me contacto cuando cursaba la escuela , era una persona ejemplar nunca dudo de mis habilidades, confiaba en mí y en mi potencial, pero él tenía algo que yo no, Fe, creía que todo podía cambiar si lo deseábamos con el corazón, pero el corazón es un órgano vital el cual si dejamos expuesto nos causa la muerte, así que no podía cambiar nada, era solo un órgano común y corriente sin poder mágico o cosas sobrenaturales

─señorita vega llega nueva información que creo le dará un giro a todo

Máxime era capaz de modular su tono de voz dependiendo de la gravedad del asunto, una mejora que le hice tiempo después de crearlo así sabría que cosas eran importantes y cuales podrían esperar, esta vez sonaba preocupado

─de acuerdo, tú solo muéstrame la información

Era información que me había sido enviada de un lugar extraño del planeta, no tenía remitente, ni dirección ni ningún indicio que me permitiera encontrar al responsable de esto, asegure los archivos y los escanee, debía tener cuidado ya una vez trataron de dañar el sistema operativo de máxime

Comencé a leer aprisa, no lo podía creer esto hacia que todo cambiara todo

─Joder, ya nos cargó el payaso─arroje mi almohada contra mi closet─maxine, descarga los mejores libros sobre guerra, tácticas de guerra, defensa personal todo lo que creas sea útil, y me los envías a mi teléfono

Ahora más que nunca necesitaba que esto funcionara, necesitaba poner a salvo a los que amaba, tenía un plan de contingencia en caso de que el plan A no funcionara, sería irresponsable de mi parte poner toda mi confianza en algo que esperaba funcionara, iría a la segura protegerá a los míos de un modo u otro

Me puse mi suéter preferido, un suéter del señor piccolo, sí señor, salí de casa nuevamente, esta vez no había nadie no tenía que rendir cuentas solo deje una nota con una leyenda

"regreso pronto, los llamó a la noche"

el trayecto a mi laboratorio fue más rápido de lo que es otras veces, el sujeto a mi lado transpiraba como si fuera una fuente, tenía un aroma a cacahuates japoneses, no volveré a comerlos en mi vida, una anciana de cabello platinado me dedicaba miradas llenas de intriga, jugaba a ver quién aguantaba más la mirada, esa viejita era ruda y simpática, termino bajando antes que yo, el camión estaba lleno y todos parecían sardinas en una lata, el chofer seguía permitiendo la entrada a la gente como si los pasajeros del interior fueran a desaparecer por arte de magia, estuve tentada a subir al techo y viajar ahí sería más seguro que adentro, las calles estaban vacías, dándole oportunidad al chofer para que jugara a que era parte del elenco de rápido y furioso, pisaba el acelerador a todo lo que daba pasando sobre baches y topes como si no fueran nada, los cuerpos de las personas solo se elevaban unos centímetros del piso del camión, algunos chocaban y se quejaban en voz baja

─Ora no trae vacas ─grite molesta, la gente sonrió complacida por mi protesta poco usual

El hombre bajó la velocidad pero implemento nuevos métodos de tortura, colocar música del komander y Maluma entre otros, sentía que mis odios no tardarían en sangrar, podía ver a mis tímpanos tomando sus cosas para salir huyendo, lleve las palmas de mis manos a mis mejillas y jale hacia abajo, claro gesto de mi tortura, por fin baje del transporte, agradeciendo no haber muerto ahí

PesadillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora