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Hoy Ten es el primero en despertar. ChenLe mira a Kun al otro lado de la habitación, ambos corren por sus toallas de baño y corren al único baño desocupado.
Cuando Kun esta por entrar ChenLe lo sujeta por las caderas y gira su cuerpo, le cierra la puerta en cara, el chino mayor gruñe molesto.

—No es justo. Eso es trampa Lele —reclama él castaño golpeando con sus nudillos la puerta por si ChenLe sale.

—¿Desde cuándo hay reglas?. Sería trampa si hubiera metido mi pie entre las tuyas para que cayeras. —abrió la llave de la ducha— Ten no a de tardar por salir, ya deja de quejarte. Kun hace un gran puchero molesto. Por suerte el tailandes ya salió de la ducha.

Los tres optan por vestir ropa ligera y fresca como ayer, a diferencia de que no dejan desayunando nada.

El crucero por los canales está algo lleno, toman fotos y comen ahí. Por la noche las luces de la cuidad brillan en la oscuridad, las luces de colores cálidos alumbra su camino. Cuando el paseo termina, ChenLe ve el barco de casitas para gatos, esta seguro que es el bote, alejándose de sus amigos.

La curiosidad mató al gato, ChenLe se perdió, no sabía dónde estaba, y su celular está en la mochila de Kun. Trata de pedir ayuda pero no hay mucha gente transitando por la calle que va, algo que puede ver a lo lejos, son luces rojas, muy diferente a las luces cálidas.

Se detiene en una esquina, ahí hay un poco más de personas, caminar tanto le dejó cansado, mete su mano al bolsillo de su pantalón, no trae su celular pero si un cigarro y encendedor, que irónico.
Enciende el cigarro e inhala el tabaco, lo expulsa por la boca lentamente.

Se estremece por sentir un par de dedo tocar su hombro, al ver quien le habla se queda gélido, un precioso chico de ojos marrón, ojos medias lunas con un bellísimo lugar por debajo de su ojo derecho, los labios gruesos color cereza, el cabello azabache, los piercings negros en su oreja izquierda, su mandíbula recta, la piel blanquecina, la nariz alta.
No le cabía duda a Zhong que el tipo frente suyo era la más majestuosa pieza de arte que ha visto.

—Deberías apagar tu cigarrillo. —su voz es suave y algo ronca, es como la miel dulce y algo grávido. No deja de sonreír.

—¿Qué? —no sabe qué decir, está más ocupado admirando la belleza del otro chico que apenas puede prestar atención lo que sus labios dicen.

Las mano pálida con tonos rosado en las puntas y nudillos le arrebató su cigarrillo, botandolo en la basura.
—Esta prohibido fumar en Ámsterdam, a menos que quieras ir a la cárcel y pagar una multa.

El ceño de ChenLe se frunció. —Me llamo Jeno —extendió su mano para estrecharla con la áspera de Zhong.

—Zhong ChenLe, un gusto. —acepta la mano de Jeno, puede sentir lo fría que está pero no deja de ser blandita— Gracias, no sabía eso, debí informarme más.

—No hay problema ChenLe, a muchos les llega a pasar.

El ambiente se pone algo incómodo, al menos así se siente ChenLe. Esta algo nervioso, debería preguntarle a Jeno si le puede ayudar a conseguir taxi.

—No eres de por aquí, ¿verdad? —preguntó.

—No, vine por unos días de viaje. Hoy estuve en el crucero por los canales con unos amigos, creí ver la casa de los gatos y sin darme cuenta me perdí. Ahora no sé dónde carajos estoy. —esta mal darle explicaciones a un extraño, pero bueno al menos sabe que su nombre es Jeno, eso no lo vuelve totalmente un desconocido.

La tierna risa de Jeno lo golpea, es tan dulce, la forma es que sus labios se abren relevando sus blancas perlas y encías rosadas, sus ojos cerrados y los pómulos en alto.

—Lo siento ChenLe —respira profundo— debiste ser más cuidadosos, pero puedo pedirte un taxi solo dime como se llama el hotel.

Las piedras invisibles en la espalda de ChenLe se esfuman, al fin podrá regresar, le da el nombre del hotel a Jeno y se sorprende por lo lejos que está, Jeno hace lo que prometió y consigue un taxi.
Cuando está por irse una ráfaga de viento los golpea, ChenLe puede notar algo, Lee solo tiene una camisa delgada, tiembla. No duda el quitarse el abrigo y ponérselo a Jeno, las mejillas pálidas se encienden en un rojo oscuro.

—Espero volver a verte Jeno. —sube al taxi.

—Siempre estoy por estas calles.

La sonrisa felina de ChenLe hace martillar el corazón de Jeno. Por supuesto ChenLe volverá, a mitad del camino le pregunta al taxista por la calle que lo recogió.
Afuera del hotel, Kun y Ten están llorando, Chittaphon con el teléfono en la mano reportando su extravío.
Dos buenos golpes lo reciben en la habitación y los reclamos de sus dos amigos por separarse.

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day tripper [chenjen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora