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– ¡Eso es trampa! –Grito Jessica lanzado sus cartas del UNO sobre la mesa.

–Lleva haciéndolo desde que comenzó. –Dijo con ironía Fallon mientras limpiaba una mesa, a un costado de en la que jugaban Damián y Jessica. Ambos completos novatos en ese juego de cartas.

Era casi la hora en la que debían cerrar el local, siendo las 18:30pm con su hora límite las 19:30. Pero, estaba aún tan llena que los clientes parecían no querer levantarse y aunque faltase una hora, todos sabían que entre charla y charla eso pasaba en un segundo, que hasta parecía poco.

Jessica había tomado asiento junto a Damián, mientras ambos hermanos limpiaban las mesas vacías y con toda la pena del mundo anunciaban a nuevos clientes que ya no recibían. De hecho, solo lo hacían hasta las siete, esa media hora más es para poder dejar en condiciones el local antes de retirarse.

– ¡No es cierto, no me calumnie niña! –Exclamo Damián hacia su hija.

–Pa, va por color o número similar y Jessica él estuvo lanzando desde hace rato cualquier cosa. –Cameron le dio un golpe en la cabeza a su amiga-empleada que era demasiado incapaz de prestar atención por demasiado tiempo. Causando que el mayor se aprovechase de su inocencia en el juego. La estafo demasiadas veces y ella ni lo sospechó.

– ¿Todos se dieron cuenta menos yo? –Pronuncio la castaña ofendida.

Hace una semana habían decidido implementar esos juegos a la cafetería para que los clientes que se sentaran a comer allí pudieran tener algo con que entretenerse. Iban desde Tembleques, UNO, dominos, damas o ajedrez, dependiendo de los gustos de cada quien. El más popular siempre era el UNO y como no querían hacer trabajar a su padre, decidieron sentarse por turnos a charlar con él.

Jessica por otro lado ya había terminado hace rato su trabajo. Llega una hora antes que Cameron, por lo que también se retira una hora antes y solo estaba allí porque había demasiada gente y no tenía nada más que hacer.

Por no decirse que era una chica asocial que no disfrutaba demasiado de estar con otras personas. Su viernes en la noche solía ser completamente de lo que ella misma quisiese hacer para entretenerse y conocer al que colaboro para engendrar a los Lewis, le pareció curioso.

Fallon solo se reía. Ambos jugadores habían aprendido sobre ese juego minutos antes, pero ni tanta atención le prestaron y verlos desenvolverse se le hacía divertido.

Arreglo su delantal antes de salir a entregar un batido a una de las mesas de afuera, aun escuchando a su padre negar repetidas veces su estafa. Con su típica sonrisa amable en los labios.

Conocía a los chicos de esa mesa, eran clientes recurrentes los viernes y le parecían chicos muy amables que nunca generaban demasiados problemas. Problemas fuera de no poder controlar su volumen de voz.

–Aquí tienes, buen provecho. –Le entrego el batido Fallon viéndolos levantarse ya de sus asientos para retirarse.

–Muchas gracias roja, nos vemos la próxima. –Le giño un ojo el chico que le había hecho el pedido, alejándose de la cafetería.

Roja era la manera en la que la llamaban algunos de los clientes de su hermano, ya que no sabían cómo referirse a ella y la llamaban de aquella manera, refiriéndose a su llamativo cabello. Luego de un tiempo se volvió un sobrenombre y ya no era raro encontrarse con algún cliente que le pedía atención con ese seudónimo.

Si no eras recurrente no sabrías que su nombre era Fallon y aunque ese cliente en especial si lo sabía, se había vuelto la costumbre.

Limpio la mesa, retirando los cubiertos sucios para regresarse a la cocina y lavarlos inmediatamente. No podía esperar a llegar a su casa y acomodarse en el sillón con su padre para interrogarle sobre su trabajo y prácticamente cualquier cosa que hubiese hecho sin ella.

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⏰ Última actualización: Jul 28, 2021 ⏰

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Stones | Jim Lake Jr.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora