Desde hace unos meses, un fantasma que me resulta familiar se sienta en mi regazo cada noche, mi antiguo yo, y me agobia con la inexpresividad de su mirada, su fugaz aliento recorre mi cuello en busca de respuestas interiorizadas que no soy capaz de encontrar por mí mismo.
Con el paso de las horas me cuesta pensar, ya son las cuatro de la madrugada y los débiles rayos blanquecinos de la luna se cuelan por los agujeros de la persiana de la alcoba. La presencia que me acompaña señala el autorretrato de un famoso pintor, de quien ahora no recuerdo su nombre, luce tan triste como yo, cubierto de polvo y telarañas, a su lado, la famosa obra maestra "Nighthawks" hace que me pregunte a mí mismo cuánta soledad cabe en un cuadro de Hopper, a lo que el fantasma de mi pasado me responde: "Cuanta sientas tú".
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Latidos cautivos de mi cobardía
RomanceTodo lo que no pude decirte en voz alta, lo siento.