Primera parte

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Unos años antes...

Otra vez en el baño. Sentía el frío de la pared mientras mi espalda se escurría lentamente por ella hasta llegar al suelo. Solo podía sentir cómo mis lágrimas corrían por mi cara roja de vergüenza hasta caer al suelo. 

Volví a casa con todo el pantalón manchado de sangre. Nadie había sido capaz ni de prestarme una sudadera para evitar ir haciendo el ridículo por la calle. Solo pude alargar las asas de la mochila para que esta tapara la mancha. 

Mi madre estaba en el salón limpiando el suelo de las manchas de vino y patatas que había dejado mi padre la noche anterior. Estaba agotada. No lo decía pero yo se lo notaba en su mirada.

Esa misma noche volvieron a discutir. Mi padre empezó a echarle en cara que ella no hacía nada y que no tenía motivos para quejarse. Al fin y al cabo, él era el hombre. El que trabajaba y el que tenía el derecho a tumbarse el resto del día sin hacer nada. Y sí, él trabajaba en una oficina, todo el día sentado.

Por la mañana era sábado, por suerte. No hubiera aguantado otro día de burlas por mi menstruación. Comencé a hacer la tarea para luego salir al patio de casa con un balón de fútbol. Siempre me gustó mucho ese deporte.

Mi padre salió detrás de mí. Creo que andaba borracho, ya que le costaba mantenerse en pie. Me agarró de los pelos y me gritó:

- ¡Qué haces aquí fuera con eso! -dijo señalando el balón- ¡Eso es de niños! ¡Entra en casa y ayuda a tu madre a hacer la comida que eso es lo que tienes que hacer, cosas de mujeres!

Yo lo miraba sobresaltada. Dejé la pelota y corrí dentro a hacer lo que me dijo. Tenía miedo de que se cabreara y las cosas acabasen peor.

Así me llevé todo el fin de semana. Por las noches me ponía a leer e intentaba hacer esas cosas que mi padre decía que no eran de "señoritas".

Llevaba semanas construyendo un mini ventilador para poder soportar el calor que se iba adentrando con el final de la primavera. ¿Qué creéis que hizo mi padre al descubrir el invento? 

Aparte de regañarme y pegarme, se lo llevó al trabajo y allí empezó a alardear de que lo había construido él.

Así era siempre, solo nos discriminaba a mi y a mi madre. Se respaldaba siempre diciendo "no tienes derecho a decirme ya que tú eres una mujer y no puede hacer las grandes cosas que hago yo". Yo siempre pensaba, ¿qué cosas? ¿emborracharte cada noche? ¿pegar a mi madre porque no le dio tiempo a lavar tu camisa? ¿pegarme a mí por llevar una camisa azul? Parece ridículo en los tiempo que estamos ahora, pero en este pueblo las cosas eran así.

Una lucha inacabadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora