LA DESAPARICION DE "SUGA"

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El contador Yoon Gi desliza la gran puerta de madera que da hacia el enorme balcón de la villa del Jefe Nam Joon.

Necesita respirar aire fresco, pues se había acumulado tanto dulce humo en la habitación donde estaban riendo y charlando todos los demás miembros de la familia mafiosa.

La enorme luna plateada que se aprecia en el oscuro cielo lo recibe destellando pequeños rayos de luz plateada que parecen acariciarle su rostro de porcelana.

Yoon Gi suspira mirando hacia el cielo estrellado sujetando con ambas manos el balcón de esa terraza.

Adentro de la casa se escuchan risas y cantos, pues el jefe Nam Joon tiene un nuevo equipo de sonido con karaoke de última generación el cual está estrenando en este momento.

Kim Seok Jin tiene una voz melodiosa y privilegiada la cual combina muy bien con las armoniosas voces del jefe Nam Joon, los asesinos y los abogados.

En especial de ese rebelde y latoso Jeon Jung Kook.

Haciendo una respiración profunda, Yoon Gi se llena los pulmones de la delicada fragancia de las flores.

Flores que lentamente exhalan sus últimos alientos de vida mientras fallecen exquisitamente en el verde césped del extenso jardín de la villa de Nam Joon.

Un destello artificial llama la atención del contador quien rápidamente gira la cabeza en esa dirección.

Frunce el ceño porque los guardias y demas gente de confianza sabe que están prohibidos los artefactos que destellen por las noches.

Lastiman la vista de Seok Jin, por eso el Jefe tenía prohibido toda clase de adornos metálicos.

Como no quiere preocupar, tal vez sin sentido, a toda la familia, el Yoon Gi decide averiguar que demonios era ese destello que se dejó apreciar brevemente en un rincón apartado del jardín.

Desciende las escaleras de madera con una ligereza.

Camina con paso firme llevando una mano dentro del pantalón de vestir.

Dentro está su pequeña arma, su daga especial que Él mismo diseño para protegerse en caso de requerirlo.

Ser contador de un mafioso no implica estar exento de posibles agresiones, asaltos y lesiones.

Sin hacer el menor ruido Yoon Gi caminó despacio y con cautela hasta el lugar, pero estaba vacío.

Un silbido casi imperceptible sonó en el aire, unos sonidos de aves aleteando, sombras negras que cobran vida desde la oscuridad.

De pronto Yoon Gi se ve rodeado de cuatro hombres vestidos de pies a cabeza de negro.

Tal vez esos hombre hayan creído, erróneamente, que Yoon Gi era el eslabón más débil de la familia Mafiosa.

Pero eso es exactamente lo que Yoon Gi quería aparentar.

Le gustaba manejarse por la vida con una bandera de inocencia y cordialidad, nada más alejado de su verdadera personalidad, dura, cruel e implacable.

Si no...

De que otro modo se habría ganado su lugar al lado del Jefe Nam Joon y de Seok Jin?

"¿Quieren pelea eh?"

Susurro casi para si mismo Yoon Gi mientras sentía la adrenalina que se disparaba a todo su cuerpo poniéndolo en modo combate en menos de un segundo.

"Vendrás con nosotros por las buenas..."

"No queremos hacerte daño..."

El estúpido hombre que se había atrevido a hablar se dobló tomándose el estómago con sus manos debido al poderoso golpe que le había propinado el contador con su puño mientras esbozaba una sonrisa siniestra.

Mafioso de Caramelo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora