El recuerdo de sus padres y la tragedia que contenía era demasiado doloroso para la princesa Juliana. En el silencio del castillo se escuchaban los lamentos que una y otra vez taladraban la mente de todos los presentes y entre ellos una de las más leales sirvientas del castillo.
A esta no la habían criado para quedarse en silencio mientras alguien lloraba, ni mucho menos podía hacerlo de quien dependía y amaba en silencio.
No podía.
Al crecer, era la mayor de seis hermanas. Ante esa aritmética. Significa que tenía cinco hermanas menores y ellas hacían todo tipo de lamentos. Incluso llegó a reprimir muchas veces su propio dolor. Durante mucho tiempo le tomó un montón de experimentación, tratando de averiguar la fórmula secreta para hacerlas parar. Después de treinta años de ser la hermana mayor, finalmente descubrió la respuesta.
La respuesta es: no hay respuesta.
Había entendido que a veces solo se necesita seguir hasta vaciar el pozo de lágrimas y si ella era testigo de algún lamentó sólo podía sentarse allí y esperar hasta que termine. De vez en cuando, el azúcar o el alcohol ayudan, pero eso era sólo una alternativa. Si les daba algo bueno, podría hacer que el llanto fuera aún más fuerte y entonces estaba en un callejón sin salida. En su perspectiva la mejor opción era siempre sentarse en silencio y asentir para entender.
Solo Dios sabía que en ese momento Valentina se sentía impotente mientras palidecía en el pasillo que conducía al dormitorio de la princesa, observó a la guardia afuera de los dormitorios sin mutar por hacer algo al respecto, mientras un alma en pena lloraba entre lágrimas para que todo el Reino de Downsriver la escuchara.
Era un día negro para la patria Downsriver. El rey y la reina habían sido asesinados. Por ladrones. En el camino de regreso de una reunión diplomática en el vecino reino de Northstream.
Ahora que lo pensaba, eso convertía a la princesa Juliana... en la nueva reina.
Y ahí estaban, los catorce hombres de la guardia de la princesa, parados como un puñado de jodidos bultos en una zanahoria mientras la —ahora reina— Juliana lloraba a gritos al otro lado de la puerta. Como la guardia había sido bien entrenada, todos miraban fijamente al frente, como si fueran víctimas de la taxidermia.
Como siempre, la ojiazul se obligó en romper el personaje. Nunca había entendido la razón por la que ninguno de esos hombres podía moverse o hablar mientras protegían a la realeza. Como si el hecho de mostrar alguna señal de vida les hiciera menos efectivos.
—¿Nadie va a entrar ahí? —Preguntó sin más preámbulos.
Hamish, el tipo que se encontraba a su derecha se sacudió como si le hubiera dado una descarga con una horquilla electrificada. —¿Qué estás diciendo? —Susurra furioso por el lado de su boca. —Estamos de servicio.
—Uno de ustedes tendrá que hacer algo. —Dijo a modo de respuesta.
—Nos pagan para estar aquí —señaló Hamish, como si nunca se le hubiera ocurrido el propósito por el que lo habían contratado. —Para proteger del daño.
—¿Y si la princesa llora hasta morir? ¿Has pensado en eso? —Gritó a medias.
Algunos de los hombres ahora parecían tener los nerviosos a flor de pie.
—Bueno, yo, por mi parte, no voy a entrar ahí. —Dijo uno de ellos en un susurro tembloroso. —Intenté consolar a una niña que lloraba una vez y me dio un golpe en el ojo.
—¿Es eso, entonces? ¿Todos tienen miedo de una chica que llora? —Valentina cuestiono volviendo a gritar a medias.
—Ustedes suelen ponerse tan desagradables —finalizó Hamish.
ESTÁS LEYENDO
Queen Royal |Juliantina
RomanceValentina ha jurado proteger a la joven reina, Juliana de Downsriver, a toda costa. También ha jurado amarla para siempre... en secreto, por supuesto. Una relación entre una simple y humilde sirvienta de palacio y la reina es imposible. Aun así, cua...