Primo capitolo

147 28 14
                                    

"Si la gente supiera lo duro que tenía que trabajar para ganar mi maestría, no parece tan maravilloso en absoluto."

Miguel Ángel.

El montón de actividades, cuadernos, tareas, entre muchas otras cosas que tengo pendientes, se van apilándose encima de mi escritorio.

La cabeza me da vueltas, y no logro concentrarme por más de que lo haya intentado por horas. Y en ese momento es cuando recuerdo las palabras que una vez me dijo mi madre cuando solía estar estresada.

Ella solía decirme que la mejor medicina para nuestra cabeza, es un libro.

Y jamás se equivocó. Me levanté del piso, tomé los primeros zapatos que encontré y me los puse con toda la tranquilidad del mundo. Agarré mi cartera, las llaves del departamento, y me encaminé hacia la librería.

Apenas puse un pie dentro, el olor a libro nuevo invadió mis fosas nasales.

La gente hablaba por lo bajo, ya que muchas de esas personas que estaban allí, iban para escoger un libro, y sentarse a tomar un café mientras te sumerges en un mundo que jamás podrían tener. Y así poder olvidarse del mundo por una vez en la vida.

Voy a la sección de los libros más antiguos que la librería tiene. Y escojo el que más me llama la atención.

Me coloco en un sillón color blanco, que permanece casi en las penumbras, en una de las esquinas del segundo piso. Alejada del barullo de la gente.

Apenas puedo leer unas cuantas páginas, y cuando comienzo a sumergirme en el mundo del siglo dieciocho, cuando algo me interrumpe.

Siento como otra persona se sienta en el sillón que tengo en frente. Inevitablemente elevo la mirada para ver quién es, y al verlo me llevo una grata sorpresa: es un anciano.

Toda mi vida pensé que los mejores compañeros de lectura, era la gente mayor. Son los que más han experimentado a lo largo de su vida, y por lo general, los mejores consejeros que una persona podría llegar a tener.

El señor se levanta nuevamente del sillón, y camina hasta una de las grandes estanterías repletas de libros que nos rodean.

Lo veo con su dedo recorrer el lomo de los libros, y mi voz sale antes de lo que pude pensar que lo haría.

—Disculpe, ¿necesita ayuda?

Mi voz suena amable, puedo notarlo cuando el señor se gira hacia mí, y demuestra agradecimiento en sus profundos ojos verdes.

—Gracias querida, pero puedo hacerlo.

Esas son las palabras que salen de su boca, antes de que con sus arrugados y largos dedos, tome uno de los libros más viejos que hay en toda la estantería. Camina lentamente hasta el sillón negro que hay delante del mío, y se sienta.

—Espero que no te moleste que te haga compañía.

Sus ojos recaen sobre los míos, y niego rápidamente la escucharlo.

—Por supuesto que no, adelante.

Le dedico una sonrisa, antes de intentar volver a centrarme en el libro que tengo apoyado sobre mis piernas.

Leo los párrafos, las palabras, intentando comprender el significado de las letras, pero no logro comprenderlo. Porque no veo nada más que exactamente eso, palabras sin sentimientos.

Mi mirada vuelve a desviarse hacia el señor que tengo delante, el cual con sus manos abre el libro, y comienza a pasar página tras página, sin detenerse a leer ninguna de ellas.

¿Qué es lo que está haciendo?

No se detiene en ningún momento, hasta que llega a una página en específico, en la cual se acomoda, y comienza a leerla.

¿Es que acaso ya se ha leído todas aquellas otras páginas?

—No puedo concentrarme si me miras de esa forma.

Sus palabras me sacan de mis pensamientos, y recién ahora me percato que me había quedado mirándolo.

—Lo siento.

Carraspeo, y me centro nuevamente en el libro que tengo sobre mi regazo. Y después de quince minutos, logro volver a comprender las palabras que están plasmadas en aquellas viejas hojas. 

______

Instagram: mar.p.xx

Toda una vida © #1  [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora